Diario de León
León

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La sensación en el PP es que se han tirado un año Esperando a Godot. Sentados a la vera del camino para que llegara el mesías, anhelantes por ver pasar el cadáver del PSOE transportado en tranvía por Padre Isla, se han imaginado de nuevo aupados al ático de Ordoño II. El tedio se ha soportado con juegos florales en los que cualquier mensajero traía en la boca el nombre de la última esperanza blanca, que se paladeaba a mediodía en las barras de los bares de Alfonso V y Burgo Nuevo con afectación de sumiller y se repasaba, al atardecer, en los veladores de los cafés del centro entre el chocolate y los picatostes. Todo el mundo sabía quién iba a ser, como pasa siempre que no se sabe, y tenía claro quién debía ocupar el cartel aureolado de gaviotas para recuperar la Alcaldía de León, como si el voto ciudadano fuera la tabla del uno.

La diversión se llevó primero por delante a Cecilio Vallejo. Subido al envés rojo de los cuellos de su chaquetón, con maneras de general austrohúngaro, el ex concejal de Urbanismo exhibió su cuerpo de aspirante por fiestas y despachos. Dictó comunicados, como el que emitió el grupo municipal tras la dimisión de Humildad Rodríguez pero, cuando Carrasco le puso a prueba para que criticara el viaje de su amigo Ignacio Tejera con el alcalde a Marraquech, se amagó y se le vio el dobladillo.

Ya había salido entonces a pasear Ricardo Gavilanes con el blasón de vencedor en el Colegio de Abogados frente a la candidatura apoyada por la familia Zapatero. Poco más que una brisa que se degustó con disparidad de juicio taurino, mientras crecía la enorme sonrisa de Antonio Silván. Se elevó el ánimo en el tendido 7 del PP leonés, que jaleó al consejero, quien con cada mohín de reticencia se metía cada vez más en las hechuras del candidato. La cuenta de la lechera ganaba a cada paso del elegido, que esperaba la bendición pública del partido en Valladolid y Madrid con borradores de lista electoral en los que aparecía como complemento García-Prieto, cuando Carrasco dio la patada al caldero: se autoproclamó aspirante a la Diputación y calzó los tacones hasta el número 2 de la candidatura de la capital. Demasiado sapo para que tragara Silván, quien esperó disciplinado a que Herrera le indultara.

Ya sólo se espera a Emilio Gutiérrez... con la sensación de que el candidato del PP al final es Carrasco.

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