Diario de León
Ponferrada

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El tiempo es un círculo y de vez en cuando, nos devuelve a la casilla de salida. Domingo, 7 de abril de 1974. Primera página del diario Ya . Titulares. «Noticias confusas sobre el relevo del coronel Gadafi en Libia». «Hoy entra en vigor la limitación de velocidad para los automóviles». Comentario de fondo. «Problemas de la economía española»...

En el Bierzo, también hemos vuelto al principio. Escribimos de la crisis del carbón, del campo que no despega, del vino que no se bebe porque no se promociona lo suficiente, del tren turístico, que vuelve a arrancar cerca de las elecciones para después pararse, de Las Médulas, convertida en un caos de administraciones, de los malos vientos en el sector eólico, de los alcaldes que se eternizan en los ayuntamientos. Y de los alcaldes que lo fueron una vez y quieren volver a serlo.

Fuera del Bierzo, el círculo es más grande, pero igual de cerrado. Estamos atrapados en los trajes de Camps, en los favores de la Junta de Andalucía, en la crisis de la energía, en la agonía de ETA, el paro endémico y en la conspiración permanente del 11-M, donde nadie dice la verdad, o quizá, donde hay alguien que nunca ha aceptado la verdad y se empeña una y otra vez en buscar una alternativa que le favorezca.

Un círculo, pero de sangre, es el que tiene encerrados a los libios. Volvemos al principio. Domingo, 6 de marzo de 2011. Las ediciones digitales de los periódicos narran la contraofensiva de Gadafi, la lucha por las refinerías de petróleo, el eco de las torturas del régimen, la rebelión que no avanza, las naciones que no intervienen. Todas las guerras civiles se parecen. ¿Y quién se atreve a romper ése círculo?

Al menos en Nueva York, hace tres años, no dejaron al dictador montar su jaima antes de pronunciar un discurso en la ONU. Porque en España, siempre dispuestos a sacrificar la ética por el petróleo, Aznar fue de los primeros en estrechar la mano de Gadafi cuando la comunidad internacional readmitió al sátrapa en el círculo de naciones por renunciar al terrorismo. Como premio, recibió un caballo.

Ocho años después, seguimos en lo mismo. José Bono viajó hace unas semanas a Guinea para mantener el cordón umbilical del petróleo. «Nos unen más cosas de las que nos separan», le dijo a Teodoro Obiang. Y cuando me pregunto en qué se parecen España y Guinea Ecuatorial, sólo encuentro cuarenta años de dictadura.

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