Diario de León
León

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Cada vez que se cita el interés general, a León se le pasea por la puerta la Santa Compaña. Aquí, el interés general es al interés provincial lo que el matarratas a la tos. En aras de ese interés se convirtió Riaño en una cuba para dar curso al agua hacia Castilla y se cerraron las minas que formaban la única veta de empleo en la montaña oriental. Que cada vez haya menos gente, pero más pobre, en esta tierra debe ser culpa nuestra, que no aprovechamos las oportunidades y sólo sabemos coger el tren con billete de ida. Con estos precedentes, cada vez que invoca el político de turno el interés general, a los leoneses se nos representa la imagen de la ruperta mala. A este interés se agarra ahora de nuevo Álvarez Cascos, con menos cardado que Mayra Gómez Kemp, pero con ganas de tomarnos otra vez el pelo, para exigir la construcción de la línea eléctrica Sama Velilla. Una autopista con torretas de 50 metros de altura y cables como troncos de abedules, en la cual se invitará a colgarse a los pocos montañeses insurgentes a lo largo de casi un centenar de kilómetros de montaña leonesa con las mayores figuras de protección ambiental europea. Sacrificio nimio para dar coartada al presunto desarrollo energético asturiano, pese a que la demanda eléctrica está atendida con creces incluso ante posibles crecimientos de población y el único beneficio seguro sea para las empresas del ramo y quienes las ayuden.

El peligro acecha desde hace más de dos décadas. Primero se intentó por Picos, por donde insiste Cascos, y lo paró la justicia; luego, se exploró el corredor del Bernesga y se toparon con 27000 alegaciones y un movimiento social como no se recuerda desde la guerra de los capilotes riañeses. El problema es que se barrunta una nueva hermosa derrota. El Gobierno socialista ha mareado 7 años para no anular el proyecto, con artes de trilero en las que jugaba a la ambigüedad de las compensaciones y las alternativas de trazado; mientras, la Junta se inhibía en público y alentaba por detrás la ejecución de una línea que el propio Herrera se jactó orgulloso de haber desbloqueado. Ahora, desde estos extremos nada impedirá al próximo gran concordato del PP tensar la línea. Si Cascos escancia una sidrina en Gijón, aquí nos tocará poner el culín.

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