Diario de León
Publicado por
JOSé Ignacio wert
León

Creado:

Actualizado:

E n Sympathy for the Devil , una canción compuesta en el mítico 68, Mick Jagger nos presenta a un Lucifer de buenos modales que está detrás de todas las catástrofes que han sucedido en la Historia, y nos pide -eso sí, educadamente- que le tratemos bien porque de lo contrario se llevará nuestra alma consigo. Me he acordado mucho del tema de los Stones en estos días de fuego y pillaje en el Reino Unido. No precisamente por la educación de los vándalos, sino por la reacción de los medios biempensantes de ese país. Los medios que convencionalmente llamaríamos progresistas se lanzaron tras la noche del lunes a condenar ritualmente la violencia en la primera parte de sus editoriales, para dedicar la segunda a «explicarla»: los recortes sociales de Cameron, la falta de perspectivas laborales de los jóvenes de los suburbios, especialmente los de color, o sea, lo de siempre, la culpa es de la injusticia social y no de los criminales. Pero aún más lejos que estos medios llegó el liberal Financial Times que, tras hacer también unos pucheritos por la violencia, no se limitaba a explicarla en el desarraigo social, sino que le echaba directamente la culpa al sistema educativo, por centrarse en los estudiantes que consiguen resultados aceptables en lugar de priorizar a los que suspenden ya que, seguía el editorial, «son estos últimos los que más probablemente acaben cayendo en la delincuencia». Fantástica idea: mimemos a los que suspenden para que no se hagan delincuentes. Se me ocurre otra mejor: hagamos que todos suspendan para que nadie se sienta agraviado. A lo mejor así les tienta menos la delincuencia y, de paso, creamos mucha igualdad, la de los zopencos

Pero volviendo al tema general, es llamativo que toda la prensa británica girara 180 grados en 24 horas y ya el miércoles todos los posicionamientos de opinión fueran en la línea de reclamar firmeza en la prevención y represión de la violencia. ¿Qué había pasado? Simplemente que los biempensantes habían visto la reacción social de la mayoría de los ingleses y, especialmente, de la mayoría de sus jóvenes que, escobas en mano, no solo querían limpiar las calles de Londres o de Manchester, sino también la imagen de su país. Concepción Arenal nos recomendó odiar al delito y compadecer al delincuente. Pero para cumplir ese programa hacen falta algunos requisitos. Primero, tener claro que en la mayor parte de los casos un delincuente decide delinquir y no es obligado a ello por la sociedad y sus injusticias. Y, segundo, que una cosa es compadecer al delincuente y ayudarle a integrarse de nuevo, y otra esta absurda simpatía por el diablo. Por el diablo juvenil encapuchado que es capaz de robarle la mochila a un pobre chico mientras se desangra porque otros diablos le acaban de dar una paliza de muerte.

tracking