Diario de León
León

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Llama el invierno a la puerta con los dedos de nieve que acarician los picos. Sopla el cierzo en las cresteras y se extiende por todo León una bruma lechosa que se confunde en los amaneceres con el humo de las chimeneas, en el último arrullo del sueño. El frío vuelve a ser esa presencia familiar que al leonés no le viene de fuera, sino que tiene en los corvejones, como un ADN geográfico que le remite a la tierra, así esté en San Petesburgo o en Cuenca. Una herencia que los caballos condenados a tascar la helada combaten con ese pelo fosco que les afea el lomo. Un desamparo al que se enfrenta el PSOE leonés en los próximos meses, sin abrigo, desarrapado por las urnas y el fracaso de la reinterpretación del Peronismo que intentó dictar Fernández para pasar como una gloria.

Si en España los socialistas invocan la catarsis, aquí necesitan crear una nueva palabra para expresar el aumentativo. Por debajo de la refundación todo parece poco para depurar un partido al que le han robado la identidad los ejemplos de sus líderes. Una organización desgajada en pesebres estancos, que a partir de primeros de año además deben estabular a los que vuelven con el Don apeado de los membretes de ministerios, empresas públicas y secretarías de estado. Todos juntos, otra vez, para pelear por la dirección provincial, como cuando eran jóvenes, felices e indocumentados. La batalla se anuncia con desgana. Una desidia alimentada por la presencia de Óscar López, que es ese chico que con cada derrota crece un poco más abajo, como si fuera un personaje de Berlanga, a quien no se le ha ocurrido mejor idea que proponer al castellano Pedro Muñoz para tirar del ronzal. Escarnio y exhibición pública para disfrute de una dirección autonómica que busca un valido, mientras mira por encima del hombro, sin darse cuenta de que su cabeza no supera la altura de los pies. Sin querer, con este gesto, López puede activar el mecanismo de autodefensa que salve al PSOE de León de ser fagocitado. Un enemigo común para abrigar de nuevo a los socialistas leoneses, a los que sólo falta ponerse de acuerdo para convencer al líder. Si logran que Francisco Álvarez se siente en la silla, una a una pasarán las familias, como con Andy García en la tercera parte del Padrino, para besarle la mano.

Este invierno no lo come el lobo. Va a hacer frío de carajo.

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