Diario de León

TRIBUNA

¿Cuándo fue Otero leonesista?

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MÁXIMO SOTO CALVO ASOCIACIÓN | PRO IDENTIDAD LEONESA
León

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Siempre he dudado que Joaquín Otero fuera leonesista por vocación. Y si contestaran a la pregunta muchos de los leonesistas de bien que viven su leonesidad sin decaer, dirían ¡nunca! Aunque tampoco faltarían quienes, desde posicionamientos sociales y políticos distintos, su respuesta le colocaría entre el antes sí, ahora no, pero… ¡en todo caso flotando la duda! No fue leonesista antes, o no es leonesista ahora, he ahí el dilema que puede aparecer entre quienes, a nuestra manera, vivimos la coyuntura autonómica en la que Joaquín fue «detractor en origen», dada su amistad con el líder de UPL; para, años después, al final de sus legislaturas como procurador autonómico, autocomplacerse como timonel con un: «debemos remar todos en la misma dirección»; naturalmente la marcada por el ente autonómico. Parece haber sido abducido hasta el punto de renegar de su juramento en Cortes por León.

Conviene recordar que Otero fue la apuesta personal de José María R. de Francisco, cuando éste era motor y combustible de una formación leonesista llamada Unión del Pueblo Leonés; una apuesta digo, para ir en las listas electorales autonómicas. Pero no siempre se acierta. Primero falló el líder con el puesto que le otorgó; iba de segundo, por lo tanto después de Conchi Farto, que por distintas y muy diferentes circunstancias se trocó en un gran error para la formación, pues las graves desavenencias entre ambos, por cuestiones de preeminencia, les llevaron a mostrar la peor cara en las Cortes.

Conchi Farto no dejó el escaño, empezó a ejercer por libre en Fuensaldaña, a hacer cosas para vender en los medios a los leoneses que ella era más eficaz. Y puede que lo fuera, y que UPL estuviera siendo injusto con ella en determinadas cosas, pero no procedía resolver a la brava lo que internamente podía tener solución relativamente fácil. Y mucho menos dejar sin el amenazante aliento leonesista en la faz de los autonomistas del ente.

Joaquín con el apoyo incondicional de la formación leonesista, dicho así por no dejar solo en este menester a José María, pues todo el Comité Ejecutivo participó de alguna manera, llegó a quedar como único representante de UPL en las Cortes autonómicas. A partir de ahí, nadie, en el mundo leonesista, esperaba que ésa su presencia a lo largo de doce años iba a tomar el sesgo que fue ganando, hasta el punto de que muy buena parte del último cuatrienio lo hiciera ya por libre, alejado de UPL, y, lo más grave, dejando atrás los postulados leonesistas, y defraudando a los electores. Me duele decirlo, mas, así lo he vivido.

Pero no todo fue tan sencillo como he dejado apuntado. Dentro de la formación ocurrieron muchos sucesos, destemplanzas y desencuentros, que por repetidos parecía que iban a ser la tónica dominante. Hasta que De Francisco, que venía siendo objeto de críticas entre los miembros de la cúpula de la formación, cesó con el desaire de «ahí os quedáis», no acudiendo al congreso de Astorga del 2004. Lo de constituir un nuevo partido, aunque no hace al caso, diré que fue una arriesgada e innecesaria apuesta, sin obtener el resultado buscado.

Otero, antaño su mejor pupilo, hasta donde yo he podido saber no movió un solo dedo para apoyar a su mentor; es más, puede que esgrimiera con agrado también el puñal como Bruto ante «su» Julio César en la historia de UPL. O llegando a decir que, como secretario general de UPL, había sido un hombre de paja al mandato de José María. Algo que para mí no vale como exculpación, ni sirve para devaluar al que fue su líder. A partir de ahí, parece que empezó a bogar en la dirección que nos recomendaba a los leoneses y que resultó ser la que le convenía a él. Pero no contaba con los escollos que suponían otros personajes de la formación, llegando hasta el punto de tener que cesar como primer espada en el ejecutivo de UPL. Mas, como las desavenencias seguían creciendo, fue apartado incluso de militancia, o si se prefiere expulsado de la formación, pero manteniéndose como procurador independiente en la Cortes autonómicas. La historia se repite. La oficina que montó: «Leonesistas por León», no iría más allá de una mera justificación personal; pasando a ser el inventor de un supuesto pragmatismo leonesista, que dudo podía defender entonces, y mucho menos ahora, elegido asesor en una institución autonómica.

Coincido con lo que otras voces dicen: Otero, como asesor jurídico del Procurador del Común, continúa en el juego que desea el ente, dañando al leonesismo social y al político, dando pábulo a que: «a estas alturas ya no procede oponerse a nada en la Comunidad», o el «mapa autonómico está cerrado». Y así, desde la institución que ahora le acoge y paga, empezará a laborar por los intereses del llamado por el ente «pueblo castellano y leonés». Unificación popular ésta, inaceptable desde posiciones leonesistas, que él ahora da carta de naturaleza, para tratar de incrustarla en la mente de los más débiles de sentimiento leonés.

«Buena elección la de Amoedo», tomando como Asesor a Otero, ha dicho Margarita Torres en una emisora local. Y como no dejó dicho en qué consistía la buena elección, queda abierta ésta a todo tipo de especulación. Espero oírselo decir algún día. No le niego capacidad de asesoramiento, ni tampoco quiero cargar de maldad sus actuaciones, pero como leonesista no puedo aceptar ninguna concesión a un ente que no nos reconoce a los leoneses, y que él como asesor, con su trágala está dispuesto a corroborar. Ésta es mi lectura leonesista del nombramiento del cargo que está presto a desempeñar, equiparable a un»oscar» por la trayectoria de «toda una vida al servicio del ente».

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