Diario de León
Publicado por
luis artigue
León

Creado:

Actualizado:

AI gual que un astrónomo que ve en tus ojos la exactitud de las estrellas…

Como un acto de desmedida audacia tuvo lugar ayer, en la sede leonesa del PCE, un homenaje a Miguel Hernández que incluyó poemas y presentación de libros sobre el cabrero lírico que supo escuchar y trasmitir la lacerante sinfonía del mundo; el esposo soldado que, como los héroes épicos y los mesiánicos, renunció al yo movido por su tenaz compromiso.

Uno regresa así a su obra y vuelve a comprobar que este poeta presenta, en su cosmovisión, un matiz alentador: tanto en su escritura amorosa como en la más social siempre proporciona al individuo a igual altura que la adversidad —nada mejor por eso para mi vacilante generación que volver a la poesía que restaura la proporción unánime entre el hombre y su propio miedo; entre el individuo concienciado y la equívoca dirección del mundo—.

En efecto uno relee El rayo que no cesa y se da cuenta de que, a cierto nivel, estamos ante un poeta épico innovador que entiende la poesía amorosa como expresión de la social. Así los sonetos de amor, con su misteriosa carga reinterpretativa, se nos muestran hoy como ideología fina; expresión de una implicación pragmática, transformadora. Y es que MH nos conduce, con su lenguaje por momentos gongorino, desde lo social al amor en una suerte de gradación sutil aunada por la destreza verbal y la riqueza emocional. Y lo hace llegando, como en el manierista y casi místico soneto final de El rayo que no cesa que cada día me parece más volador, a alturas conceptuales inigualables (así hasta hacernos concebir la poesía como realidad pura y lo real como una distorsión de la poesía).

Pero, a mi entender, la obra hernandiana combina la llamada memoria histórica y lo que debería llamarse memoria poética: ¡y en un plano más elevado que el de la memoria histórica está la poesía! De hecho MH nos dice sin decirlo hoy que la memoria no puede abarcar la Historia, y por eso su obra rebasa la etiqueta de memoria histórica al darle a la ideología contextualizada una dimensión espiritual, universal y trascendental.

En efecto la memoria histórica posee la subjetividad del testigo directo o indirecto, pero en la poesía embriagadora de nuestro cabrero radica más bien una intersubjetividad universal que da la medida de su grandeza (de hecho el poeta no inventa la realidad social sino que la trasciende al hablarnos hoy de espíritu a espíritu para afinar así nuestra alma individual y colectiva). Por eso más allá de la Historia este soldado soñador es el poeta de la memoria poética puesto que la poesía, al no tener carácter sistemático, logra impregnarnos de esa intensidad a la que no llegan los historiadores...

Se ha vuelto a recordar a esa leyenda con causa llamada Miguel.

Lo he vivido contigo, mi amor, mi ideología: eso me ha hecho parecerme al astrónomo que de pronto ve en tus ojos la exactitud de las estrellas.

tracking