Diario de León
Publicado por
Manuel Garrido escritor
León

Creado:

Actualizado:

La «línea»: así llamaba la gente en la Cabrera Alta y en la parte alta de la Baja (municipios de Encinedo y Castrillo de Cabrera) al autobús que hacía el recorrido diario, excepto domingos, de ida y vuelta La Baña-León. En realidad, estos dos puntos fueron los últimos de un trayecto que fue variando y alargándose al ritmo de construcción de la carretera por la que el coche circulaba. Así por ejemplo, el último tramo de Castrocontrigo a Truchas se concluyó tras la guerra civil y en él trabajaron presos de esa guerra. Truchas fue pues el primer destino cabreirés del autobús con partida entonces en La Bañeza; (y digamos al paso que el día 4 de septiembre de 1942 este autobús fue asaltado por el grupo de Manuel Girón en busca de un recaudador y en la refriega con dos guardias viajeros hubo cuatro muertos: los dos guardias, más un cura y una niña de unos diez años). La carretera fue avanzando y el destino del autobús profundizando en el territorio cabreirés con estos sucesivos hitos: Puerto del Carbajal, Quintanilla de Losada, Encinedo y finalmente en 1968 La Baña. El tramo Torneros-La Baña fue asfaltado en julio de 1975. En 1998 toda la carretera desde La Bañeza hasta La Baña sufrió una completa transformación, incluyendo algunas pequeñas variantes de trazado entre Castrocontrigo e Iruela, de la que salió completamente nueva. Los cambios a ras de suelo se correspondían con otros de mayor vuelo en las gentes y los pueblos y desde luego en la misma «línea»: desde el primer autobús con baca, pesado y ruidoso, pasando por aquellos de un gris metálico que parecían, y seguramente lo eran, tan modernos de la empresa Fernández, hasta el último de Alsa, enorme en comparación y silencioso, verdaderamente postmoderno.

Hay en toda esa historia una franja más relevante que ocupa los años 70 del pasado siglo. Varias circunstancias se conjugaron para una ebullición inesperada y repentina: la emigración masiva y con ella la elevación del nivel de vida, la salida de los estudiantes, la integración en la seguridad social de la Mutualidad Agraria (y de ahí los viajes a los centros médicos fuera de Cabrera). Por entonces el autobús salía de La Baña a las 6,15 de la mañana con destino a La Bañeza, donde llegaba completamente lleno unas dos horas después. En Nogarejas enlazaba con el que iba a León, vía Astorga. Esta línea fue suprimida hacia finales de los años 80 y ya quedó La Baña-León: unas cuatro horas de viaje. La vuelta al atardecer presentaba el mismo lleno.

Juan Antonio Bayo, cabreirés de La Baña y conductor de la «línea» muchos años, que conocía a todos y todos lo conocían, ejercía de maestro, mucho más desde que la empresa eliminó el puesto de cobrador, en aquel pequeño mundo ambulante y sus diarias ceremonias. Por la mañana, a medida que iban subiendo nuevos viajeros, las conversaciones elevaban el tono de la animación tras los saludos y el intercambio de noticias, bromas e incluso picardías entre risas alegres, mientras el aire se espesaba de humo y olor a tabaco. Después las conversaciones se diluían en el murmullo general de otras gentes de otros pueblos ya fuera del territorio cabreirés. El tono recuperaba el pulso familiar a la vuelta, pasando por Truchas camino de la meta al atardecer. Yo recuerdo a Juan Antonio, nada más asomar al Alto del Carbajal, en la operación de disponer una tablita larga y estrecha para apalancar la gran palanca del cambio, de modo que la marcha corta no se saliera en la larga bajada. No obstante, al final del puerto, muchas veces los frenos echaban humo. A continuación la carretera seguía rumbo a La Baña en suave ascenso, más estrecha y llena de curvas, donde no resultaba fácil sortear las vacas de retorno del pasto en fila india por la derecha, según se encargaba la pareja de la guardia civil de hacer cumplir con amenaza de multa. Podía asimismo cruzarse con algún que otro carro cantarín, que debía, bajo la misma amenaza, circular en regla, es decir, con la chapita que acreditaba el pago del impuesto a la Diputación. Don Leo­poldo, el legendario médico de Nogar, dedicó al asunto una copla de las suyas, que cantaba con ritmo de pasodoble, en la que fustigaba a un guardia del cuartel, cuyo apellido Carabantes le brindaba además una rima contundente en la súplica que le hacía de que se largara cuanto antes: «Al paisano que pilla con el carro sin llevar la chapa la Diputación, enseguida le pone un atestado que no lo levanta ni el juez de instrucción».

En las épocas de mayor movimiento viajero, así navidad y el retorno de los emigrantes en las vacaciones, el itinerario desde Astorga incorporaba un segundo coche, que en ocasiones llegaba incluso hasta Quintanilla de Losada. La parada en Astorga estaba junto al bar Parador, prácticamente en la misma carretera de León. A la tarde, sobre todo, mucho más que por la mañana, el tráfico nutrido, más el bullicio de los viajeros numerosos, atascaban la parada y el lugar. Allí solían acercarse muchos curiosos y viejos jubilados a ver el espectáculo, contemplar a las chicas adolescentes de los colegios y, si se terciaba, dar alguna sentencia sobre el panorama expuesto (movimiento y chicas). Dos de estos viejos cumplían una vez su misión inspectora y parlamentaria. Eran las vísperas de navidad y la parada estaba en el apogeo del barullo, hecho de tráfico espeso, varios autobuses, gritos, pitidos. Uno de los viejos protestó contra la empresa Fernández, que así se apropiaba del espacio tan descaradamente: «No hay derecho, cualquier día un coche atropella a un peatón». Y el otro abundó, apostillando con afán humanista: «¿Un peatón? ¡Una persona misma!».

Aquellos años de la franja que decía marcaron el punto culminante del movimiento viajero en la línea cabreiresa. Después empezó un tiempo de decadencia y ya no se detuvo, porque los viajeros fueron desapareciendo, incluidas las chicas colegiales para frustración de los viejos videntes. Circulaba un autobús de los grandes cada vez más vacío y de pronto se hizo el silencio. Desde abril el tramo Astorga-La Baña solo tiene cuatro días de servicio y lo hace un microbús, resto verdaderamente menguante o tal vez disminuido vástago de aquellos ahora ya tan antiguos autobuses que todo mundo llamaba la «línea».

tracking