Diario de León

LA 5.ª ESQUINA

Cervantes y las huellas leonesas

Publicado por
JESÚS A. COUREL
León

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Dice Santiago Trancón que Miguel de Cervantes era oriundo de las montañas de León. Y lo hace con fundamento en una obra que espera ver publicada antes de final de año. La teoría de su origen leonés (en la geografía fronteriza de entonces) que algunos ubican concretamente en la tierra de Cervantes, en Ancares, como que su apellido Saavedra (de origen judío) tenía vinculaciones a la villa del Burbia —aspecto éste que se puede comprobar en varios escudos de casonas solariegas de la localidad y en el propio cementerio—, viene entre duelos y quebrantos desde hace tiempo, pero no con razón enflaquecida.

Otros autores como César Brandariz argumentan que el genial escritor nació en otro Cervantes, el de Sanabria, ya que su forma de escribir está muy relacionada con el dialecto leonés y sus alusiones son constantes a lugares de los montes de León, lo de demostraría que conoce bien tanto el paisaje, como las costumbres y las gentes de esta zona del Noroeste español. En esto último coinciden ambos autores.

La obra de Santiago Trancón, Huellas judías y leonesas en El Quijote , busca editarse, como otros esforzados trabajos en la actualidad, por el sistema de crowdfunding o cofinanciación. A fecha de hoy ha conseguido algo más de la mitad del dinero que precisa para la edición del libro; en su ayuda, sirvan estas líneas para animarles a colaborar en la difusión de este ensayo, donde se aprecia con claridad el placer secreto de la escritura o, como dice el autor, por «la pasión por el conocimiento y la necesidad de transmitir y compartir una visión del mundo que nos permita descubrir nuevas ideas para elevar la conciencia y disfrutar más y mejor con lo que nos rodea». A los que gusten del desafío de este viaje, enfrascados en compañía de Alonso Quijana, pueden hacerlo a través de internet en: http://www.lanzanos.com/proyectos/

Es vocación del autor, al igual que lo que era en Cervantes, no buscar lo urgente (o sea, la afirmación obsesiva del yo), sino lo importante: construir una obra que tenga valor y vida por sí misma. Tampoco huele este trabajo a provincialismo de cartón piedra o a leonesismo de campanario, sino a un cuidado y ameno estudio en el que Trancón plantea interrogantes con ánimo de acercarse a la verdad, sin temer desaguisado alguno porque la verdad «adelgaza y no quiebra». Incluso el propio Cervantes quiso borrar su historia personal en lo que referente a su linaje, pues consideraba que la obra está por encima del autor (idea que trajeron de Oriente sus caballeros andantes) o porque, como reconocía don Miguel, «cada uno es como Dios le hizo, y aún peor muchas veces»... Había que hacer algo.

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