La estación exige menos enredo y más decisiones

La situación generada por la estación del ferrocarril de León la ha llevado a alcanzar el triste mérito de ser el único punto «rojo» o de «riesgo alto» en toda la Comunidad según el informe elaborado por Adif tras el accidente de Santiago de Compostela. El diseño de esta nueva estación —estrenada hace apenas dos años y medio— como fondo de saco genera un problema pero también un riesgo de fallo humano que hoy no suele plantearse en las líneas ferroviarias.

Y ante esta situación lo que cabe preguntarse es cuándo se buscarán fórmulas reales de solución para solventar el problema creado y que tiene efectos directos al complicar el tráfico ferroviario, pero también, como se comprueba ahora, con carencias en materia de seguridad.

Los ayuntamientos implicados —León y San Andrés del Rabanedo—, la Junta y el Gobierno tienen que ponerse manos a la obra para buscar de una vez por todas una solución definitiva y factible para la llegada del tren a León. Más allá de propuestas de unos y otros, y de enredos, lo que se necesitan son acciones políticas que pasan por la convocatoria de la mesa de trabajo que sustituyó a la sociedad León Alta Velocidad para empezar a trabajar con rigor y con ganas.

La parálisis con un debate recurrente no conduce a nada y lo que se hace imprescindible es una solución para que cuando llegue el AVE a León el problema de la integración en la ciudad no genere nuevos retrasos a los que ya se acumulan desde hace demasiado tiempo.