Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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Las impetuosas activistas de Femen, que iban a pecho descubierto, se atrevieron no sólo a agredir al presidente de la Conferencia Episcopal, sino a tutearle. A don Antonio María Rouco Varela, le llamaron Toño, con evidente aprovechamiento de la rima, ya que el grito más unánime de las manifestantes era «Fuera de mi coño», como si el ilustre purpurado se hubiese hospedado jamás, ni siquiera transitoriamente, en esos acogedor lugares. En España no hemos aprendido nunca a discutir y confundimos los silogismos con las trincheras. Ya sabemos que la fuerza del consonante obliga hasta el punto de tener que llamarle —son palabras de Quevedo— «putas a las hormigas». Al monseñor, que es un antepasado, le llamaron cosas peores aprovechando que se celebraba la fiesta de la Candelaria y que se recordaba a los santos Justo y Pastor.

Hay que reconocer que las exaltadas damas tenían más razón que un santo para protestar.

¿No estaremos confundiendo el aborto, que es una frustración a la vez que un remedio, con la llamada «procreación consciente»? Todo debe de ser consciente: desde traer más gente al mundo, a consumir más bebidas alcohólicas de las imprescindibles. En cualquier caso, lo que más debe perturbarnos es que se haya perdido en la trifulca el solideo del presidente de la Conferencia Episcopal. ¿Ha aparecido ya en el barullo? A su eminencia le arrojaron al rostro, menos simpático que respetable, muchas bragas en discreto uso, algunas teñidas con tinta de un color rojo tan mensual como verosimil. Lástima que no viva Valle Inclán. España sigue siendo un esperpento de sesión contínua

Hay que desear que encuentren el solideo. Es una prenda sagrada que simula dignidades y encubre alopecias. Ciertamente, muchos españoles, incluidos los creyentes, están hasta la coronilla del influjo de lo religioso en lo civil. Hay gentes que llevan el solideo por dentro. No se sabe si para que no les entre una idea nueva o para no despeinarse.

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