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TRIBUNA

Hablando en serio… ¿algo que celebrar el 23 de abril?

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Cada vez que llega la fecha del 23 de abril, cabe preguntarse qué significa la «fiesta de la Comunidad de Castilla y León», y qué motivos tenemos los leoneses de cualquiera de las tres provincias para alegrarnos con tal efeméride. Se incide desde la propia Junta en que ésta es la fiesta «de nuestra tierra», suponemos que ocultando intencionadamente que en realidad son dos tierras o territorios los implicados, como el propio nombre de la Comunidad autónoma indica a las claras: Castilla, y también León. O viceversa.

La bien financiada Fundación Villalar va bastante más lejos, y este año en concreto nos presenta e invita al programa de actividades de dicho día afirmando que «Villalar es expresión de libertad, manifestación de nuestra autonomía y testimonio de la convivencia de los castellanos y leoneses. Es fruto del deseo de un pueblo que quiere convivir en paz y libertad, y desarrollarse para alcanzar un futuro próspero». Así, con un par, como diría el castizo. Y tan anchos que se quedan, con el beneplácito de la Junta que les da de comer.

Pocas veces se pueden emplear tantas palabras para expresar vaguedades, y además mentir. Villalar puede ser expresión de libertad para un ciudadano de León, como para otro de Extremadura o de Andalucía. Porque desde el punto de vista histórico las revueltas de los comuneros que terminaron en Villalar tuvieron un ámbito de acción que abarcó más de media España. Si bien es cierto que centraron su fase final más conocida en varias provincias castellanas (que no leonesas), estas revueltas se extendieron por lugares tan dispares como Madrid, Toledo, Córdoba, Guadalajara, Cuenca, Murcia o Cádiz, por ejemplo. Los ciudadanos del territorio del Reino de León no participamos en ellas con mayor énfasis que los habitantes de gran parte de la España actual. Por lo tanto, querer identificar Villalar con algo relacionado en exclusividad con esta Comunidad autónoma es un error histórico, además intencionado, que evidencia la falta de referentes por parte de los políticos de la misma para intentar crear una falsa identidad autonómica. Por otra parte, cualquier persona que se acerque a la campa de Villalar cualquier año, se dará cuenta fácilmente de que las carpas y reivindicaciones que realizan en tal evento distintas formaciones y colectivos —principalmente de izquierdas— en nada de nada tienen en cuenta al territorio del País Leonés, centrando sus pancartas y discursos en exclusiva en la palabra y concepto de «Castilla».

Dice también la convocatoria de Villalar de este año que la fiesta es «manifestación de nuestra autonomía y testimonio de la convivencia de los castellanos y leoneses». ¿Pero qué tiene que ver un acontecimiento bélico del siglo XVI con la actual comunidad autónoma, y con la convivencia de los ciudadanos de ambas regiones, León y Castilla, que hoy forman dicha autonomía?. Lógicamente leoneses de algunas comarcas han tenido contacto desde hace siglos con castellanos, como también leoneses de otras comarcas conviven si cabe con mayor fuerza desde tiempos inmemoriales con asturianos, gallegos extremeños o portugueses. Los territorios, si no son islas, se relacionan de manera natural y relativamente fácil con los territorios vecinos. Podríamos encontrar decenas de ejemplos que justificarían bastante mejor que en este caso la celebración de fiestas entre el País Leonés y Galicia, Asturias, Portugal o Extremadura. Villalar no ejemplifica de ninguna manera una convivencia entre ambos Pueblos, más cuando ya hemos referido que este evento histórico lo fue de gran parte de España, y además movilizó a una minoría social.

Finalmente, nos invitan a unirnos a la celebración del 23 de abril diciéndonos que esta supuesta fiesta «es fruto del deseo de un Pueblo que quiere convivir en paz y libertad, y desarrollarse para alcanzar un futuro próspero». ¿Pero cómo tienen la desvergüenza de querer que participemos los habitantes del País Leonés en un evento de este tipo cuando empiezan negándonos como pueblo? Castellanos y leoneses somos y pertenecemos a dos territorios y dos pueblos históricos distintos, como la denominación de la Comunidad autónoma y la historia reconocen de manera evidente. Dos pueblos que efectivamente quieren vivir en paz y libertad, y desarrollarse. Pero a los que los políticos hace treinta años les negaron la posibilidad de hacerlo en libertad, constituyéndose en comunidades autónomas separadas. Los leoneses lo pedimos en su momento, salimos a la calle para reclamarlo, y llevamos tres décadas sin obtener como respuesta nada más que la traición de los que se supone nos representaban y representan políticamente. Castilla calló en su momento, y sigue sin decir nada, mientras los políticos de este engendro autonómico indeseado por todos intentan cada año que comulguemos con ruedas de molino y nos creamos no se qué identidad autonómica inventada, y basada en el concepto de Castilla.

Desde luego, para los ciudadanos de las provincias de Zamora, Salamanca y León no existen razones de ninguna índole que justifiquen celebrar nada en tal efeméride. Más bien, el 23 de abril es el símbolo de una realidad política impuesta antidemocráticamente a los leoneses, zamoranos y salamantinos. Una realidad que no quisimos en su momento, que no votamos, a la que nos obligaron, y que más de tres décadas después seguimos rechazando. A cambio, proponemos que este día se convierta en una fiesta reivindicativa del cumplimiento de la Constitución española, que en su artículo segundo otorga al País Leonés o Reino de León como región o nacionalidad histórica el derecho a constituirse en Comunidad autonóma diferenciada.

Mientras la clase política gobernante no cumpla ni tan siquiera con la ley de Leyes que es nuestra Constitución española, y mientras se dediquen en cambio a inventarse y manipular sentimientos y realidades históricas con fiestas extemporáneas como esta, tenemos claro que el 23 de abril no supone motivo de celebración alguno para nuestro pueblo. Más bien todo lo contrario.

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