Diario de León
Publicado por
JAVIER TOMÉ
León

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P ongamos que hablo de León… y más concretamente de la calle la Rúa, un toque de distinción urbana dibujado con surcos de eternidad. Desde tiempo inmemorial, todos los hábitos y gustos locales han quedado reflejados en esta vía de aroma antiguo y acentuado carácter jacobeo. El León de la memoria registra un buen número de establecimientos que encontraron acomodo en la vieja y venerable Rúa, como aquella panadería Belga que abrió sus puertas en 1917 y cuyos exquisitos productos eran repartidos en carritos tirados por un gigantesco mastín. La implacable vara del tiempo acabó con dicha panadería o con el bazar de Cordeiro, negocio con muchísimo encanto que ocupaba un lugar de privilegio en el registro comercial doméstico. En fin, el pálpito de la vida siempre ha discurrido por esta calle de gran jerarquía urbana, abarrotada este año como siempre para contemplar el río lento y sagrado de las procesiones, bendecidas además por un sol y un caloret que hacía sudar hasta a las estatuas.

Ganando puntos en la autoestima leonesa, nuevos proyectos han ido tomando el relevo a los antiguos negocios de toda la vida, aportando hechuras modernas y actuales a las instantáneas del pasado que siempre presidieron la castiza Rúa. Mi amiga Lali, por citar un nombre, ha desafiado la telaraña de victimismo y desconfianza para abrir otro de sus Hornos en esta misma calle, aprovechando los eventos semanasanteros. Entre procesión y procesión, el pueblo hambriento acudía como moscas a un establecimiento que recrea el cálido ambiente del hogar y se distingue por su lindo aroma a pan recién horneado. El púlpito laico que son los cafés forma parte ineludible de la liturgia ciudadana, pues concita los afanes del hombre en sociedad. Así que mucha suerte en la trayectoria futura de un negocio sabroso por definición. Y nunca mejor dicho.

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