Diario de León
Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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Luis Garicano es el economista (no confundir con ecónomo) de Ciudadanos, su gurú de los números que da clases de economía y estrategia en la London School... y dice en una entrevista al presentar su libro, Recuperar el futuro, que «el sistema educativo ha sido el gran fracaso de la democracia en España».

Vaya, no pasó del titular Sócrates: La educación es un gran fiasco innegable, pero el fracaso tremendo y más imperdonable de los últimos 40 años (periodo con que España mide sus dictaduras) es haber eludido y no abordar una reforma rigurosa de las administraciones y una nueva ley de la función pública que atajara en algo la hemorragia de enchufes, ocurrencias y empresas amigas que han venido bailando juntas y desangrando los recursos públicos con tanta obra innecesaria y unas mil instituciones nuevas, sin contar fundaciones y patronatos.

Octavito, que es funcionario y ya está un rato harto de políticas de departamento, remachó el clavo: «Por ahí se perdieron los dineros buenos que entraron a espuertas de Europa y se ganaron ciudadanos malos y mediocres con plaza en propiedad vitalicia. Ahí están, pegaditos con loctite a la función pública, ¿quién los despegará?... yo diría que están intarabinculinculados... así que el destarabinculinculador que los destarabinculinculice buen destarabinculinculador será... saldría reelegido todas las veces». Y Octavito se quedó tan ancho, como parabólico.

Luis Garicano elude eufemismos: El Gobierno se ha comportado como un ejército de ocupación, arrasando y poniendo su clientela en todas partes.

Y ahora, ¿quién afrontará la necesaria desocupación?... ¿popondrá Ciudadanos una reválida cada cierto tiempo para que cada plaza pública esté ocupada siempre por el más capaz y competente?... ¿habrá que seguir pagando y dejar que continuen estorbando los tarugos o pelotas que ocuparon el estado por la vía digital o clientelar?...

Para Garicano, la imagen que mejor resume la España de amiguetes, políticos y negociantes es el palco del Bernabeu... ¡y todos los palcos!, añadió Octavito, pero con alguna diferencia; el de la Cultu te deprime cien veces más.

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