Diario de León
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aquí y ahora MAnuel Alcántara
León

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L a transversalidad, que nadie sabe exactamente lo que es, se nos está atravesando a todos los ciudadanos de este país. Vuelven los días de ayer y se comprueba con evidente y lógico estupor que la familia que ha robado unida permanece unida, pero la única novedad es que sus miembros tienen que reunirse en la cárcel. La Fiscalía ha solicitado penas de dieciséis años de prisión para los seis hijos varones del devoto empresario José María Ruiz-Mateos, que en paz descanse y nos deje descansar. La Virgen del Perpetuo Socorro también se cansa, mientras los jueces continúan trabajando a perpetuidad. La colosal estafa piramidal de Nueva Rumasa no era nueva, pero como la primera les salió tan bien decidieron reiterarla, sabiendo que nadie escarmienta en bolsillo ajeno.

Los pobres siempre dan en creer en milagrerías aunque no crean en milagros. Chesterton, que era un sabio inigualable y dejo un legado cultural de enorme valor, decía que lo más curioso de ellos es que ocurren, pero ya sabemos cómo era el gran escritor, que también hubiera sido un gran aspirante al título nacional de los pesos pesados, porque rondaba los cien kilos y el metro noventa. Que nadie se pregunte cómo se puede engañar a tanta gente porque basta llamarles a engaño para que acudan. Al panal de rica miel de Nueva Rumasa mil moscas acudieron tras las emisiones sucesivas de pagarés. Los tontos son vitalicios y no se mosquearon por tan sugestivas ofertas. Consiguieron captar 337 millones de euros de 4.110 inversores espabilados a los que luego se les cayó el pabilo y se quedaron a dos velas, pero sin luz. ¿Hay tanta gente crédula en España? El difunto empresario descubrió el tocomocho en forma de abeja. Unicamente le bastó disfrazarse de payaso y prometer rentabilidades de hasta el 12% o el 12,5%. Nunca hay que creer en eso de que la voz del pueblo sea la voz de Dios. El Sumo Hacedor está afónico de tanto predicar en el desierto. Y sin megáfono

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