Diario de León

TRIBUNA

¡Que país! La farándula española

Publicado por
Francisco J. López Rodríguez Profesor
León

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« ¿Amas a tu patria?» Amar a tu patria es estar orgulloso de tu país, estar orgulloso de tu cultura, de tus tradiciones, de tu gente. Otros tantos pensarán que es respetar los símbolos patrios, cantar el himno nacional con orgullo y adorar la bandera como símbolo representativo de nuestro país.

Yo estoy de acuerdo con esto, creo que debemos respetar los símbolos patrios, creo que debemos estar orgullosos de dónde venimos y de todas las tradiciones que implica el venir de una cultura tan rica como la española. Sin embargo, creo que amar a tu patria no implica solamente el cumplimiento de estas acciones, sino un comportamiento hacia tu país. El amor a tu patria se manifiesta en la manera en que tú estás dispuesto a hacer algún cambio positivo en tu país.

Este país, que fue referencia en el mundo, que llevó la cultura a los cinco continentes, que en sus territorios no se ponía el sol; este país que fue adalid en todo, este país que se unió en la historia bajo un mismo símbolo, bajo una misma bandera, está perdiendo su identidad, su razón de ser. Este país, lleno de sol y de vida, rodeado de mares que acarician nuestras tierras y nos dejan el encanto de sus playas, esas arenas doradas donde el cuerpo humano reposa y el dios Eolo lo tuesta, Donde los pueblos europeos llegan en tromba para disfrutar de nuestra gastronomía, de nuestras playas, de nuestro sol. Por no sé qué destino, por no sé qué fario influyente, está abandonando su propio ser para ser otro o no saber qué ser. En este país no amamos nuestros símbolos, nuestra bandera.

La ultrajamos, la quemamos, la pisoteamos, la silbamos y la vejamos. Ya no valoramos nuestra tierra, a nuestras gentes, ni nuestra riqueza cultural. Hemos perdido el sentido comunitario de patria. Los medios de comunicación han invadido nuestra sociedad, han invadido nuestra intimidad y es más verídico lo que dice un ignorante que lo que dice el sabio. Está muy bien que España sea rica en folclore, que se toque la pandereta, las castañuelas, que los bailes regionales sean representativos de mi pueblo, de mi provincia, de mi región. Que el canto sea la expresión viva de mi tierra, el lamento de mis antepasados. Está muy bien que saquemos nuestros pendones y extiendan su majestuosidad hacia el firmamento. Pero la verdad es que esa caja de resonancia nos está trastocando los valores, las tradiciones, la vida en sí misma.

Los medios de comunicación son los que mandan, obligan, convencen, quitan, ponen, todo con un sentido crematístico, voraz, económico, comercial. Y se mide por cuota de pantalla. Y lo que importa muchos millones de espectadores no para culturizar al pueblo sino para arrastrarles a los instintos más bajos y denigrantes del ser humano. Porque a muchos millones de españoles lo que les importa es la farándula.

Ciertas cadenas de televisión están haciendo un flaco favor y son culpables de muchos males, de la pérdida de muchos valores sociales, familiares y personales.

Jaime Campmany, ese periodista que nos dejaba su firma en la prensa diaria decía: «Cuando en un país es más importante la farándula, el marujeo, lo sarcástico, cuando nos acordamos mejor de fulanita que de lo único que se preocupa es subir a una cama y bajarse y, otra vez y no con el mismo y recordar y contemplar su erotismo y sus acciones y sus formas. Y preguntas a la vecina, y está enterada de todo, y los corrillos, comentan lo que vieron ayer etc., tiene una memoria increíble. Pero si preguntas quien fue Lope de Vega, Cervantes, Goya, Velázquez, ni idea».

Esto me recuerda el examen que en una ocasión un catedrático le pregunta al alumno: principales monumentos egipcios y la respuesta fue: la catedral de León, San Marcos y San Isidoro y en el mismo examen por qué se destacaron los egipcios y la respuesta fue: por descubrir la pólvora.

Hoy a muchos españoles que les importa mucho más la telebasura. Gran Hermano fue el hito que marcó época y sigue marcándola. Donde sólo hay esperpentos, donde sólo se piensa en las sábanas, en el revolcadero, donde retozan los nuevos adanes o evas o en Sálvame de Luxe que cada uno cuenta sus historias inventadas, imaginadas, donde todo el mundo se pone a parir, donde se grita, se acusan, se pelean, se insultan o Supervivientes en una isla encantada, vivir a la Robinson, disfrutar del paisaje, sobrevivir a las circunstancias y qué casualidad que estas reportajes aparece el hombre y la mujer contando sus historias, las de la noche, las del día.

Y todo esto conlleva mucho dinero y los protagonistas, siempre los mismos, los de la farándula, los incultos, los que no tienen ni idea de la historia, los que llamamos la cultura española, no, es la basura que sobra y después pasan por caja y suculentos sueldos y a disfrutar de la vida sin hacer nada, bueno sí, exhibir sus encantos sin pudor porque hay que saber lo que se hace bajo el edredón.

Por desgracia, despreciamos lo que vale, lo que nos identifica, lo que nos sirve y lo que nos da salud. Todo el mundo ha pasado por circunstancias de la vida y en cualquier lugar está la desgracia ¡un médico! ¡un médico! Y llega el galeno a salvar la vida.

Y no admiramos al profesor, a ese en el que depositas a tu hijo o hija, con el que tú no puedes y quieres que los demás hagan de padre, de madre y lo único que haces es criticar e inclusive, insultar. Y todos aquellos que han conseguido unos estudios, con esfuerzo, con sacrificio, con muchas horas robadas al sueño, no son valorados.

No se premia al sabio ni al científico, ni al benefactor, se premia la ignorancia, el insulto, el chismorreo. Todo esto tiene mucho valor tanto económico como social y, por desgracia, a ese que me salvó la vida, a ese que descubrió el fármaco a ese que me solucionó el problema, me olvido, lo detesto, lo masacro y lo calumnio.

Que tenga más valor económico uno o una que enseña sus encantos o que cuenta sus intimidades o que vocifere y ponga a parir al presente o al ausente indica la miseria humana y la incultura de un país.

Que valoremos más lo superficial, lo hueco, el exhibicionismo y que nos olvidemos de aquellos que fueron nuestro soporte, nuestro apoyo, quien nos recuperó la salud, quien nos sacó del espasmo o del síncope, indica la necedad la incultura y que se valore más en esta sociedad, las infectadas teleseries basureras que oliendo a podrido, nos tapamos la nariz para degustar las palabras del necio, del ignorante y del macarra.

¿Hay en los medios alguna programación que impulse el esfuerzo, el trabajo, los valores, que pongamos remedio a los desmanes, a la violencia, al absentismo escolar, a la prevención de la droga? Ninguna

¿Por qué? Porque aquí todo se compra y todo se vende y lo que debemos hacer e impulsar no es comercial, no deja beneficios. Así nos va. Qué país.

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