Diario de León

TRIBUNA

Más causantes de la desaparición de las cajas

Publicado por
Luis Ángel Alonso Saravia Exempleado de Caja España
León

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E n nuestro anterior artículo se expusieron las causas y dos de los causantes de la desaparición de las cajas de ahorros en España. En éste se continúa con otros causantes y se añaden los culpables.

Políticos (corruptos): el que un elevado número de personajes políticos se situaran en los órganos de gobierno y de gestión de las cajas, dio lugar a su politización y al clientelismo frente a la profesionalidad, influyendo de forma notoria en decisiones estratégicas equivocadas y convirtiéndose en uno de sus principales problemas. Hay que reprocharles, además, su actitud irresponsable y su falta de ética en el desempeño de sus funciones, moviéndoles a muchos de ellos una desmedida codicia, pues, con el único fin de percibir mayores emolumentos por asistencia a consejos y comisiones de los que eran miembros, a veces, se convocaban en el mismo día hasta dos y tres reuniones, todas ellas con escaso contenido y de corta duración, pero que, sin embargo, les servía para duplicar o triplicar el cobro de dietas y gastos de desplazamiento, aun realizando varios consejeros el viaje en el mismo vehículo.

Bancos (depredadores): cuando las cajas de ahorros se convirtieron en el primer grupo del sistema financiero español, empezaron a ser vistas como entidades poderosas y peligrosas por parte de los bancos, generándoles, al mismo tiempo, recelo e incomodidad, que iría incrementándose a medida que su éxito iba en ascenso. El interés por desplazar del sistema financiero al llamado «sector ahorro» era bien conocido en el mundo financiero desde hacía más de treinta años. Saber esperar había sido cuestión de tiempo, por lo que llegada la ocasión no podían dejarla escapar. Las cajas, que ganaban cuota de mercado año tras año, lo que era mal visto y peor asumido desde los despachos de los grandes de la banca, se habían convertido en agentes económicos duros para aquélla en términos de competencia e incómodos en el plano institucional. La banca, al ver amenazada su hegemonía e influencia, no desaprovechó el momento para secundar la desaparición de las cajas de ahorros.

Cajas (díscolas): la colaboración de las cajas de ahorros fue uno de sus objetivos a lo largo de toda su historia, lo que las permitió alcanzar sinergias de grupo y reforzar su imagen de marca, además de que su perdurabilidad durante casi tres siglos no se explicaría sin la existencia de la alta cooperación que hubo entre ellas. Solamente cuando se produce la ruptura del principio de colaboración, empieza primero a resquebrajarse y finalmente a desaparecer el sector en España. Ruptura protagonizada por algunas cajas, al mostrar más interés en romper el principio de colaboración que en preservar su unión, responsabilidad que se les atribuye al actuar de forma díscola y desleal, pues un comportamiento de espíritu bancario hizo que se alejaran de sus esencias, transmitiéndolo al mismo tiempo, por ‘efecto contagio’, a otras cajas. Es evidente que no todas ellas se comportaron de la misma manera.

Sindicalistas (acríticos): si bien es verdad que los sindicatos del sector ahorro se mostraron contrarios a la privatización de las cajas, y que también se opusieron a la emisión de cuotas participativas, lo cierto es que en los últimos años algunos sindicalistas se acomodaron en los sillones de los consejos de administración en los que se sentaban representando a los empleados, y olvidaron defender el statu quo de las cajas de ahorros para convertirse en colaboradores de su desaparición. Pisar moqueta, viajar, disponer de tarjeta, disfrutar de privilegios y prebendas, conseguir ventajosas operaciones para empresas familiares y asentir sin la menor crítica, aprobando los asuntos que se trataban, fue el comportamiento general mostrado. Su identificación con la poltrona fue tan grande que no estaban dispuestos a abandonarla, surgiendo disputas internas y apareciendo, incluso, el transfuguismo sindical. Eran años en los que algunos de los más significados sindicalistas, liberados, destacaban por una escasa preparación para el desarrollo de la actividad sindical y por una evidente falta de disposición para trabajar.

¿Culpables? Se entiende como culpables de la desaparición de las cajas de ahorros españolas a los gobiernos y sus gobernantes, que, antes, durante y después de la crisis financiera de 2007, ejercieron el poder desde los ámbitos central y autonómico, con el necesario apoyo político de sus respectivos partidos.

Gobierno central: sus gobernantes impulsaron, primero, el desarrollo de un marco normativo que facilitase el diseño del nuevo marco de entidades financieras en el que ya no tuviesen cabida las cajas de ahorros al promover su transformación en bancos; y, segundo, dispusieron de instituciones (FROB, Banco de España, Fondos de Garantía de Depósitos y Sareb) a las que dotaron de instrumentos e importes económicos con los que inyectar liquidez para apoyar los procesos de bancarización, cuya deuda a 31 de diciembre de 2015, según el Tribunal de Cuentas, ascendía a 60.719 millones de euros. Demasiado coste y todo por no reconocer la situación de crisis, no actuar con rapidez, no tomar medidas adecuadas, y no diseñar un acertado plan de viabilidad dirigido, sobre todo, a salvar las cajas de ahorros.

Gobiernos autonómicos: sus gobernantes aprobaron disposiciones reguladoras de aspectos esenciales del gobierno de las cajas de ahorros dando lugar, primero, a la ruptura de la unidad normativa por la que se regían, y, segundo, a politizar aún más sus órganos de gestión, administración y control. Legislaron a su antojo, decretando nuevas normas y modificando cuantas les convinieron para situar, retirar o mantener a sus peones en los órganos directivos y ejecutivos de las cajas de ahorros.

En suma, gobernantes que facilitaron que las ranas se comieran a los renacuajos, como diría Enrique Fuentes Quintana.

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