Diario de León
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panorama ANTONIO PAPELL
León

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F rente a quienes han diseñado como único programa para Cataluña la aplicación descarnada e inmotivada del artículo 155 C.E (una propuesta claramente inconstitucional dadas las cautelas que el propio texto de la Carta Magna impone para evitar el abuso en el manejo de esta delicada herramienta), hay otros actores que piensan que ya es hora de vincular nuevamente a Cataluña con las políticas españolas, atacando sus problemas concretos y haciéndola partícipe de la solución de los generales del país.

El director de El Confidencial, Nacho Cardero, ha sugerido en sus artículos más recientes que ya existiría una Operación Cataluña con implantación en la sociedad civil, impulsada por sectores empresariales que contarían con connivencias políticas. Dicha operación habría estado detrás de la iniciativa de Valls de formar una candidatura transversal al Ayuntamiento de Barcelona, que, aunque ha estado muy lejos de las pretensiones iniciales —se pensó que podía alcanzar entre 14 y 16 concejales—, ha sido suficiente para impedir que la primera corporación de Cataluña cayera en mano del soberanismo y la Ciudad Condal se convirtiera en la fantasmagórica capital de la república virtual que los iluminados dan por construida.

También según Cardero, estaría en marcha una candidatura catalanista no independentista de centro derecha que contaría con miembros del equipo del Valls, que podría adoptar la denominación de Lliga Democràtica y que trataría de ser puente entre los dos bloques actuales (soberanistas y no soberanistas) en un papel semejante al que desempeña el progresista PSC.

En tercer lugar, se estarían manejando algunas iniciativas estatales de vinculación de Cataluña al Estado en los planos político, económico y social, y que contarían con apoyos explícitos o tácitos de los entornos de Valls, del PSC y del gobierno de Pedro Sánchez.

Antes y durante el conflicto, muchos habíamos lamentado la ausencia del Estado en Cataluña, la falta de vinculación entre las circulaciones políticas y socioculturales catalanas y las del resto de España. Es en definitiva grande la urgencia de reclamar a Cataluña la mayor contribución humana posible, de implicar a los políticos y profesionales catalanes en los proyectos españoles de toda índole, de otorgar a la comunidad autónoma catalana el protagonismo y la influencia que merece por renta, tamaño, nivel intelectual, creatividad, y entramados de relaciones de todas clases que forman fecundos semilleros de ideas y proyectos.

Se trata de que la resolución del conflicto sea simultánea a un redescubrimiento de los lazos de todas clases que mantienen estrechamente unidos a la sociedad española con la específica de Cataluña y que nunca han dejado de existir. La historia no puede cambiarse, y el presente no es más que una acumulación irrevocable de pasado que debemos conllevar primero para que resurja como una fecunda posibilidad de futuro.

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