Diario de León

Inevitablemente: la gente fina... Santa Marina

Publicado por
Héctor-Luis Suárez Pérez, Real Conservatorio Superior de Música de Madrid y antiguo mozo
León

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Se acerca la fecha de la festividad de Santa Marina, el próximo día 18. Este año será especial. La arrolladora realidad marca norma y evitará que la efeméride se celebre como se merece y es costumbre. Tras mi generación moceril y años de ausencia —en los ochenta y noventa—, esta fiesta ha recobrado vigor y constancia ininterrumpida anual hasta ahora. Así, festejos tradicionales —como «el enramado del Pelayo», el Pregón, «el mazapán», los bailes regionales, etc.— cobran vida por iniciativa de la Asociación de Vecinos, nuestra Cofradía «del Desenclavo» y la Parroquia, la colaboración y patrocinio de hostelería, el comercio, los vecinos y el Ayuntamiento, los figurantes de las recreaciones histórico-dramáticas y de todos aquellos que, gentil y altruistamente, colaboran. Pero, en esta ocasión, no podrá ser de modo similar.

El espacio urbano de la capital leonesa que ostenta las calificaciones de Barrio y Parroquia de Santa Marina «La Real» —que no «Romántico», término reservado solo a su «zona de vinos»—, tiene mucha raigambre local. Algo lógico y que «viene de antiguo» pues, es un lugar con personalidad «que atrapa».

Por ello, en los últimos años, desde la red social «Cara-libro» /Facebook muchos de los que, como dice el cantar: «somos de Santa Marina, la gente más fina que habita en León…» convergemos allí en: «Amigos y vecinos del Barrio de Santa Marina de León». Un punto para la puesta en valor de todo lo que tal concepto «de barrio» implica. En él, se recoge un magnífico —y para el curioso, sorprendente— corpus fotográfico de antaño y hogaño. Con los monumentos más significados, junto a los más sencillos edificios de sus calles, plazas y corrales. Asimismo, aparecen los «monumentos vegetales» y árboles singulares que, todavía, dan sombra a buena parte de la escultura callejera de la ciudad, aquí concentrada. Circunstancia que, como apunta nuestro convecino —y último pregonero— José Mª Fernández Chimeno, se presenta al modo de una modesta y «pequeña Florencia» de distintas calidades y estilos estético-artísticos. Alterna también desarrollos históricos, anécdotas aportadas por los miembros del grupo, e interesantísimas biografías de personalidades de todo género relativas a hijos del barrio. Figuras de éxito en el arte o la ciencia, en los más altos estamentos del orden clerical, la política, las armas o la administración pública. Todos entreverados con otras de personas sencillas y castizos personajes inolvidables en la ciudad. Y mucho más…

Pero, para información de algunos lectores, el contexto físico-urbano y social que a lo largo de la historia ha configurado el significado del Barrio de Santa Marina, no es capricho ni invento reciente. Aunque ya poblado en época romana, alberga su origen alrededor del olvidado y medieval monasterio de Santa Marina, con dedicación devocional a la mártir galaico-romana. Centro monástico, del que se conserva documentación y que ubicó su solar anexo a la muralla, en el área septentrional de la urbe regia. En concreto, próximo a la romana puerta decumana. Es decir, en la calle de Santa Marina y justo en el solar intramuros donde, en la Edad Moderna, se alzó y erigió también la iglesia parroquial. De ella tan solo se conserva hoy austera portada barroca de sillar —cuyas sólidas puertas de típica ebanistería eclesial desaparecieron de modo misterioso hace unos años — y sus muros exteriores de mampostería de «canto rodao» visto.

Un solar que es el mismo en que, años más tarde y hasta su actual situación musealizada —de arqueológica orientación romana—, se han mantenido ocultas y olvidadas las mencionadas ruinas bajo el tapiz de una frondosa huerta anexa donde alguna «enramada del Pelayo» hicimos «los mozos». Vergel con umbríos nogales que completaba el espacio de la hoy llamada «Casona» de Puerta Castillo y, hasta inicios del XIX, Casa de niños expósitos. Adquirida a su propietario eclesial por la familia Sierra Pambley en el XIX recayó en su descendiente Dª Catalina Fernández Llamazares —biznieta de la primera mujer banquera en España, y casada con el escultor Víctor de los Ríos, a quien, equivocadamente, muchos han atribuido esta propiedad—. Variopinto edificio que, en el último cuarto del XX, ubicó el sindicato CNT y la Asociación Club Cultural y Amigos de la Naturaleza CCAN. Inolvidable foro y popular café-ambigú, cobijo de tertulias alrededor de las vanguardias artísticas y de pensamiento del momento. Por todo ¡Viva Santa Marina y su Fiesta!

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