Diario de León

Máximo Soto Calvo

Una milonga para Martín Villa

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León

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Para nosotros lamentos, sin ritmo de tango, aferrados a un pasado próximo, que se revolucionan ahora cuando una Jueza argentina apellidada Salvini, con el cansino compás que los tiempos judiciales imponen, le ha abierto un proceso «por crímenes contra la humanidad» a Martín Villa. Lo citó para declarar el día 3 de septiembre, y acudió, dice que tranquilo, pues intenta hacernos creer que el régimen franquista no le marcó, ni él ayudo a su larga pervivencia.

Este leonés de Santa María del Páramo, involucrado en el franquismo, todos sabemos que hizo de la vida pública un oficio y de las variadas puertas giratorias fabulosa continuación. Las hemerotecas lo marcan.

Antes de que Martín Villa acudiera a la «cita» no han faltado quienes intentaron, más que lanzar una cortina de humo, algo así como cerrar la puerta aclaratoria de las verdades, mediante cartas o manifiestos. Entre estos defensores solapados, podemos encontrar a Rodríguez Zapatero. Con una pasmosa frase: «No he tenido constancia de que Martín Villa hubiera tenido ‘nunca’ un comportamiento represivo», que ¡tiene tela! Si no conociéramos a Zapatero, se diría que está participando, en el blanqueo del franquismo que otros intentan. ¿A qué viene ese pasmoso nunca en quien se manejó, y nos manejó largamente en la dictadura?

Felipe González, José María Aznar, Rajoy… también salieron con ímpetu defensivo en su favor. Subyacía y creo que permanece, una supuesta pretensión: Que el paso del encausado por el régimen dictatorial y su personal ejecutoria en graves sucesos, simplemente se vayan con él al finalizar su trazado biológico. Nada de más medallas, ni siquiera orales, pero… ¿Acaso sí un indirecto «blanqueo» de máculas sobre su hoja de servicios franquistas? Ésas que el interesado ha tratado de vestir con ropajes democráticos.

¿Nos hemos de alegrar los leoneses de que sean examinados a plena luz sus comportamientos políticos dentro del régimen dictatorial 1936/1977, en el que participó e hizo carrera? Coloco mi sí… sin ira.

Pero vayamos a lo nuestro, lo de los leoneses, quienes, como parte esencial de España, sin respeto constitucional sufrimos un particular agravio suyo, ¡no sin ayuda!, que culminó en los ochenta (1980…) en impuesta letra estatutaria. Vendiendo que lo hacía por responsabilidad política, con mente autoritaria hizo dejación de toda responsabilidad social, la democrática de ¡escuchar al pueblo leonés!, y así nos colocó un mal día dentro de un ente autonómico que de sobra sabía que no deseábamos. Lo que claramente se asemejaba a ¡mala voluntad vestida de democracia!

Su actuación autonómica no han faltado quienes la comparan a un daño etnocida, por aquello de no reconocer al Pueblo Leonés, subsumirlo en el ente autonómico con Castilla arrebatándolo personalidad y territorialidad propias, y por ende identidad. Algo que los políticos autonomistas subsiguientes han perfilado y «mejorado».

Cuando ejercía de ministro del Interior, (de la Gobernación) por cierto muy cuestionado, «la porra de la Transición» le llamaban, y según él no reprimía aseguraba libertades, tuvo lugar la primera manifestación de rechazo leonés a la autonomía con Castilla, 18 de marzo de 1978, supo, en un «derroche de permisividad», llevarnos de la mano de un Grupo Autonómico Leonés «bien advertido», (a veces los delegados o gobernadores son peores) por Papalaguinda y la Corredera hasta San Francisco, alejarnos del centro, y ¡ojo con lo que se coreaba!

En democracia, aquí en León ha sido muy proclive a dar entrevistas, y se lo han agradecido los medios, tratando de mostrarse como limpio conductor de un pueblo, que no sabía lo quería. Por ello ha dicho y repetido que volvería a integrarnos con Castilla. Integrar, es una palabra que en él rechazo, pues era toda una imposición. ¡Los pueblos no se pueden fundir ni confundir por intereses políticos!

Ocasionalmente, sotto voce, o con la boca pequeña soltó: «A lo mejor me equivoqué»… en lo leonés; un dato de honrosa apariencia, pero es ladino, rechina per se , y más si lo colocamos al lado de su más reciente: «No entiendo el orgullo de sentirse distinto de los de Palencia o Burgos». Según él, todos iguales… por decreto. Extraña interpretación democrática de los derechos y las libertades. ¡Hala! a borrar regiones y culturas, que ¡no pasa nada!

Aspiraba al trono presidencial autonómico de una «región» grande y dominadora, castellanoleonesa, pero ni sus compañeros lo asumieron, ni los corifeos palmearon y mucho menos los leoneses «en general», que le negaron el voto, lo toleraron. No fue un ajuste de cuentas, sonaba más a veredicto, fruto de un juicio, en este caso popular, que con la perspectiva de hoy vemos en su esplendor.

Sigue hablando de lo nuestro con calmoso verbo, de afectivo nada, engañoso, ¡ni la más mínima concesión a lo regional leonés!

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