Diario de León

Construyamos un León para el futuro

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El título elegido para hoy, no es otro que el exhorto final de un artículo de Carmen Franganillo en el que con amplitud de detalles muestra su apreciación de cómo se está «construyendo» León. Casi al borde de la destrucción nominal y material, me permito apuntar ya de arranque en estas letras mías, o sea, mi punto de vista como ciudadano. Y luego, entrados en materia, aportaré una somera versión mía de los hechos.

Pone el ojo en los políticos, esos que en León tan sólo acuden a políticas paliativas de una situación de la que al parecer no se hacen responsables. De ellos, opino, que hasta ahora han hecho de su profesión un pasar anodino de lo leonés, y que, dañinamente , queda bien acusado en el olvido de León, y reflejado como bien indica Franganillo, en un segmento del paisanaje, la clase obrera, o si se prefiere en abstracto los trabajadores. Es evidente que su posición, en una atalaya especial de IU, le da la posibilidad de otear el porvenir económico social de León.

Cuanto a continuación voy a decir, no va como respuesta, sino un poco como divagación personal. Perdóneme la relatora que su «informe» lo tome como la chispa que deseaba para arrancar otro episodio más en mi empeño personal en defensa de lo leonés, a mi estilo, si es que tengo alguno o se queda en machaconería sobre un clavo ya lejos de las fragua, en todo caso siempre de forma bienintencionada.

Y lo haré aludiendo a León provincia, la desgajemos o no con intencionalidad de la triprocincialidad regional leonesa, pues es en ella precisamente, donde está más arraigado el sentir de lo leonés, o la pasión por lo propio, aunque haya venido sufriendo la misma o mayor opresión castellanizadora que Zamora y Salamanca, pero aquí, en nuestros lares provinciales, siempre ha habido un innegable efecto rebote.

Mas, como en el escrito aludido, he de poner la mirada en lo propiamente legionense. En un Legio que, reconocemos, adolece de un plan urbanista serio, desde Cecilio Vallejo para acá, pues le falta todo aquello que otras urbes, mejor entendidas y bien estudiadas, han sabido poseer y gestionar, con ayuda, pero sin intromisiones.

Desde «siempre», en el campo autonómico durante la llamada Transición, encontramos en el partido progresista, (siendo PC, en principio) IU, como en un extraño rechazo a que los leoneses tuviéramos nuestra propia Comunidad. Recuerdo mis primeros empujes ante esta formación, en defensa de la identidad leonesa, cuando el intento pasaba por preservarla incólume dentro del ente autonómico pues ya habíamos sido inscritos a la brava, mediante «razones», que eran imposición dolosa entonces, y a larga se ha mostrado de perverso resultado para León.

Lo hacía no a título personal propiamente, sino representando a una Asociación, corta por falta de fuerzas en los primeros compases, intentando que se adhirieran a la firma del Acuerdo por la identidad Leonesa. ¡No lo conseguí! Sin ocultar, por supuesto, que también se pretendía salir del ente autonómico cuanto antes, dentro de nuestro derecho constitucional. Puede que por ello topáramos con su firme decisión de no atendernos, celosos de que el partido abogaba en favor del ente constituido, al parecer no importaba que nos hubieran metido a empujones. ¡Nunca lo entendimos!

De aquellos polvos, estos lodos, devenidos en los que hoy llegan a enfangarnos en una inacabable etapa de descalabro económico; por cierto, a la que ella muy bien alude en el artículo. Un perentorio tema al que también estoy dedicando un mayor esfuerzo cada vez, en su denuncia, pero sin aparcar la intencionalidad defensora de la personalidad leonesa, nuestro «ser leonés».

Unos y otros, políticos y ciudadanos, con diferente implicación, tenemos mayor o menor grado de culpa en el tolerante transcurrir leonés dentro del conglomerado castellanoleonés, en el que se han empeñado todos los políticos autonomistas que en él han sido. Sí, los que dirigen, centralizan y colonizan, promotores y colaboracionistas, en forma de ocupación y explotación de bienes. Y los ciudadanos que, con el voto inconsecuente, les asientan una y otra vez en los poderes comunitarios.

Visto el recorrido de los últimos cuarenta años de «ente y ensayo», nadie puede dudar que la forzada estancia nos supuso, de entrada, un manojo de desilusiones prematuras. Más adelante y de forma progresiva una caída entre vaivenes de imposiciones y desmantelamientos, en favor del centralismo que nos abocaba al descalabro socioeconómico que hoy está palpable. Atrás iban quedando promesas sin cumplir, pero adormecidos por el «encanto» ideológico, una y otra vez les fortalecíamos, mediante nuestra elección de papeleta, en las urnas.

Y así nos ha ido, camino de la depauperación, insulsamente, algo así como aliviados dentro de la autarquía ludico/tradicional de la personalidad cultural leonesa, que aparece como un respiro. En tanto, y he ahí lo grave, el común «bienestar» se nos va de la mano tras cada equivocación en los comicios. Nunca hemos sabido manejar los leoneses la única arma a nuestra disposición, el voto.

Con el máximo respeto hacia su formación, firme en lo autonómico, aunque nos fuera lacerante en todo momento, no tengo más remedio que preguntarme, si reconocen hoy que el preocupante grado de salud económico social padecido por los leoneses, tiene su punto de inicio y potenciación en el ente autonómico. Aunque, con la mejor voluntad, podamos pasar a pensar que tal declive ellos no lo querían.

Se puede decir que cuanto más amarrados estamos al ente autonómico, ¡mayores son los descalabros propiciados por el comportamiento autonomistas centralizador de los dirigentes! Por supuesto sin dejar de citar al Gobierno central que nos desconoce por completo, ¡y nadie les dice quiénes somos! De ser así, ¿qué hace IU que no nos alerta a la ciudadanía, en cuanto a cómo se ha de proceder para salir del entuerto? Denunciar está bien, y se agradece, pero hay que proponer soluciones y buscar complicidades.

Quede claro, antes de cerrar la que entiendo como disciplinada elucubración, que he puesto la mirada en ellos, IU en León, por la coyuntura epigrafiada, pero que, en muy buena medida o en mayor si cabe, atañe también a los «grandes», con poderío, que pretenden alternarse en el gobierno autonómico, confabulados para seguir marginándonos. Por lo tanto, sin duda, es trasladable a todos los partidos de ámbito nacional que usan León para su aposento en política.

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