Diario de León
Publicado por
Luis-Ángel Alonso Saravia Licenciado en Psicología
León

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L o adelantaba Jesús Cacho el 5 de noviembre en un artículo cuando advertía que «mucho se está escribiendo… en torno a la imparable amnistía… pero muy poco de la otra cara de la moneda, la ocupación de los centros decisorios de la gran empresa, el control del Ibex 35 a la pata la llana, la creación de una economía del sanchismo o… la implantación en la piel de toro de ese populismo bolivariano que a la pérdida de libertades anuda en lo económico el paisaje de miseria que consume a países como Venezuela y Argentina. De eso va la toma del poder por esta recreación de José María el Tempranillo y su banda, de dinero, de pasta, del ¿qué hay de lo mío?, de asegurar un nivel de vida que la competencia en un mercado libre no permitiría a personajes tan tiesos en lo que a formación se refiere como esa nueva celebrity que hoy se encarga de negociar la ruina de nuestro Estado de Derecho… Al sanchismo le ha surgido un nuevo problema…, es el exceso de personal con querencia a mando en plaza… En lista de espera tenemos a Telefónica».

La noticia adelantada por Jesús Cacho, que el Gobierno había calificado un mes antes de ‘especulación y rumores’, se confirmaba el 19 de diciembre cuando el Consejo de Ministros aprobó la compra del 10% de Telefónica por la Sepi (Sociedad Estatal de Participaciones Industriales), brazo industrial del Estado. Una compra innecesaria y que en ningún caso parece estar justificada. Si se trata de evitar la entrada en Telefónica de los saudíes de STC, el Gobierno dispone de herramientas para salvaguardar los intereses del Estado en la referida empresa. Con la ‘ley antiopas’ y el BOE se puede efectuar el bloqueo a dicha entrada. Sin embargo, nos encontramos ante otro caso acelerado de la voracidad intervencionista del sanchismo —igual que lo hacía el franquismo—, frente a la libertad de mercado. Con esta operación, Pedro Sánchez —‘Yo, el Estado’— controlará un grupo de empresas participadas, bien de forma directa o indirecta (Movistar, O2, Tuenti, Vivo…), donde poder colocar a familiares, amigos, afiliados, simpatizantes, txapotes, charnegos, maquetos y demás siervos. «Si el SEPE funcionase la mitad de bien de lo que lo hace el PSOE, ¡España estaría próxima a alcanzar el anhelado objetivo del pleno empleo!» (G. Sánchez). Y para mayor burla, al nepotismo lo llaman ‘patriotismo’ —Patxi López dixit—.

Juan Bravo, portavoz económico del PP, opinó que se trataba de «una ocupación del sector privado»; y algunos empresarios consultados manifestaron que se «utiliza a los saudíes como excusa para desembarcar en Telefónica que es una plataforma de poder económico para repartir cargos, contratos e incluso publicidad en medios de comunicación». «Intentan agrandar el pesebre en Telefónica… Como en El Padrino, son solo negocios» (J. Cuadrado). «El Gobierno quiere convertir una gran compañía del Ibex en un pequeño ‘cortijo’… En el punto de mira gubernamental están también el INE o la muy crítica AIReF. Y, por supuesto, el Banco de España, cuya cúpula debe renovarse en menos de seis meses. Esa es la próxima pieza de caza mayor para el gabinete que preside Pedro Sánchez» (J. T. Delgado). No le es suficiente al caudillo Sánchez haber colonizado instituciones, organismos y empresas públicas del Estado, que también pretende ocupar las grandes empresas privadas del país, empezando por las cotizadas del Ibex 35. «Qué putada no pergeñará hasta meter cabeza en Iberdrola, en BBVA, en Santander, en donde haga falta… Esto no va de ideología. Esto va de hampones decididos a repartirse el botín y hacer ricos a los miembros de la banda que estén dispuestos a corromperse en la defensa de los intereses de Don Sanchelone» (J. Cacho). «No queda un socialista de alta alcurnia al que no le hayan asignado un cargo apetitoso en España» (R. Arranz).

Pedro Sánchez no es el único partidario de una mayor intervención a través de la colonización de los centros de poder económico. Yolanda Díaz también se felicitó por el desembarco en Telefónica. Y Mertxe Aizpurua, portavoz de EH Bildu en el Congreso, dijo que «puesto que ya han arrancado, no deberían pararse. Podrían hacer algo parecido en Repsol, Endesa, Iberdrola y otras tantas».

El 23 de diciembre, en su semana económica, Jordi Benítez contaba que «‘El Gobierno va a por todas, y lo que piensen de él, le da igual’… Tras la conquista de las instituciones,… el objetivo del Gobierno es fortalecer su posición en las empresas privadas. Este empeño por aumentar su participación en las compañías del Ibex 35 comenzó antes de las últimas elecciones generales con una reunión en la casa de Javier de Paz… A la reunión acudieron los ideólogos que más influyen en Sánchez: José Luis Rodríguez Zapatero; una persona muy significativa del mundo judicial y su mujer; dos ex directivos relacionados con la comunicación muy cercanos a Zapatero y a Sánchez, y un ex ministro hoy empleado como consultor. Este grupo, liderado por Zapatero, fue quien levantó a Sánchez y le llevó a pelear por las generales. Tras la debacle del PSOE en las elecciones municipales y autonómicas, estaba hundido y con idea de arrojar la toalla. Y en esa reunión también fue este grupo el que decidió que había que lanzarse a por las empresas para retener poder ante la perspectiva de poder perder las generales. Tiempo después de aquella reunión, el Gobierno avanza en su presencia en las empresas». «Sánchez quiere seguir tomando el control de empresas líderes de la economía española tirando de chequera pública con una agresividad que no se veía desde la dictadura franquista» (L. Balcarce). Sanchismo y franquismo son lo mismo, y a esto se le llama golpismo empresarial.

Pedro Sánchez no es el único partidario de una mayor intervención a través de la colonización de los centros de poder económico. Yolanda Díaz también se felicitó por el desembarco en Telefónica. Y Mertxe Aizpurua, portavoz de EH Bildu
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