Almodóvar

No he visto la película de Almodóvar, pero estoy siguiendo con interés el torrente de tópicos que vienen surgiendo con motivo de los premios que le están dando en el extranjero y su pobre paso por los premios Goya. Los españoles somos muy dados a inventarnos polémicas, pero sin ir al meollo de la cuestión, reduciéndolo todo a chismorreo y puñalada. Más que a defender a Fulano lo que nos va es aprovechar la ocasión para desdeñar a Mengano, lo que denota un peculiar sentido de la justicia. Plantear que Almodóvar no es un director valorado en nuestro país es injusto y tendencioso. Tampoco tengo la sensación de que el paso de la película por las taquillas españolas haya sido especialmente apoteósico. Por supuesto esto no le resta calidad artística ni se la quita. Lo que hay que hacer, y yo lo haré, es ver la película. También es muy posible que un artista como Almodóvar, pese a su españolidad, haya hecho una obra que guste más fuera de nuestras fronteras que dentro. ¿Qué hay de malo? A Woody Allen le pasa. Ni la Academia se equivocó, algo que el propio Almodóvar nunca ha insinuado, ni habrá acertado si el Oscar se lo dan a otro. Tiene uno la sensación de que el cine español está plagado de miradas al ombligo. En la ceremonia de los premios Goya funciona mejor el espectáculo que muchas de las propias películas. Para tener glamour antes hay que tener una obra de calidad en la que envolverla. Martín Seen protesta contra la guerra, y hasta es detenido cada dos por tres, pero interpretó Apocalipsis now y Walt Street. Almodóvar es un artista con mayúsculas, cuya obra ya no depende de nosotros ni de nadie, salvo de él mismo. Más calidad y menos autobombo. En fin, la obra de arte que se sostiene a sí misma.