A un fumador empedernido Veinte años de autonomía Balasto y no balastro

Buena faena nos hizo a los españoles Francisco Hernández Boncabo de Toledo, cuando allá por el año 1509 nos trajo de las Américas las primeras semillas del dichoso tabaco. Tabaco: (Nicotina tabacum) con su nicotina, entre otros, que es un alcaloide al que se debe la acción del humo sobre el sistema nervioso y corazón, y que parece ser el mayor responsable de las repercusiones nocivas del tabaco sobre el organismo humano. Esto, qué duda cabe, está comprobadísimo. Pero el fumador, le importa un bledo todo ello; y en cualquier parte o lugar enciende su pitillo -esté o no prohibido el lugar- y hacer partícipe a todas las demás personas de su entorno de su progresiva intoxicación. Oxígeno, elemento químico perteneciente al sexto grupo del sistema periódico de los elementos, de símbolo O, número 8, y peso atómico 16. El hombre adulto que desarrolla una actividad normal consume casi 600 litros de oxígeno diarios. ¡Señores fumadores/as: ustedes no tienen derecho a contaminarnos parte de esos 600 litros que son vitales para la vida! Las normas, pues, deben de ser más rígidas e incluidas en el Código Penal. Y prohibir, totalmente, fumar en locales cerrados sean cuales fueren éstos. Según los datos estadísticos divulgados por la prensa, los españoles fumamos a razón de 5 muertos por hora. La presente va dedicada especialmente a un fumador empedernido, para que tome nota de las recomendaciones advirtiéndole del peligro que le acecha por la adicción al tabaco; pero le entra por un oído y le sale por el otro: Javier Civera; mi hijo. Alejandro Civera Crespo (León). Han pasado ya veinte años regidos por un Estatuto de Autonomía que no voté. Actualmente tengo treinta nueve años, es decir que más de la mitad de la vida la he pasado bajo dicha normativa que, reitero, nunca se votó, y de la cual tampoco me siento afín. A lo largo de este período de tiempo, para casi todos dilatado, desde el punto de vista de una perspectiva socio-política no sólo no ha colmado nuestras legítimas aspiraciones de autogobierno -al menos en mi tesitura personal-, sino que tan siquiera ha conseguido mantener un estatus de comunidad íntegra; y esta situación no hay que predicarla únicamente desde León, pues en recientes comentarios de otros implicados -como pueden ser los burgaleses- tampoco se sienten identificados con esta comunidad. Mas, volviendo al hecho básico de nuestro entorno, sinceramente creo que va siendo hora de abrir el debate fundamental sobre la posibilidad de un autogobierno, en tanto comunidad autónoma propia y leonesa. No podemos desechar otros veinte años porque para entonces nuestros mayores ni se acordarán de su propia cultura ni nuestros hijos nos perdonarán no haberlo intentado; porque el atajo malo ya lo conocemos, entonces debemos intentar otro camino. Y es ahora, hablando como leonés medio, y reivindicando el término de una autonomía leonesa, cuando hay que trasladar el mencionado debate a la ciudadanía, porque en política nada es definitivo y porque los debates enriquecen y fortalecen nuestros sentimientos. Alegar que «todo está hecho» es la mayor paradoja que se puede esgrimir para eludir la crítica constructiva, porque los políticos se designan por el pueblo, y es a éste a quien se concede la última palabra. Gabriel F. Carracedo (León).