Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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DISMINUIRÍA el número de divorcios si remitiera la costumbre de casarse. Para romper el terrible vínculo, hasta dejarlo hecho añicos, es preciso haberlo contraído con anterioridad. Muchas personas se han dado cuenta de eso y deciden no casarse con nadie: ni siquiera con su pareja. Estos cambios de los hábitos sociales, que sí hacen al monje, preocupan mucho a los sociólogos, incluso a los solteros. «Algo está cambiando», dicen, pero no llevan razón: está cambiando todo. El descenso de matrimonios en la UE y el hecho de que los que se unen estén unidos cada vez por menos tiempo, confirma que «con el número dos nace la pena». También hace sospechar algo que todo el mundo sabe: que no se puede prometer amor para siempre, ya que sentirlo no depende de nosotros. No es fácil domesticar a un rayo y por eso abundan los finales tormentosos. El informe sobre la situación social de la UE demuestra el descenso de las bodas y el aumento de las familias monoparentales, pero en mi opinión crea una alarma excesiva. Las sociedades nunca se están quietas y lo que podía ser escandaloso en otro tiempo se convierte en normal con la frecuencia. Cuando al gran Pío Baroja, que era un misógino de mucho cuidado, le preguntaron en cierta abrupta situación histórica si juraba o prometía fidelidad a los principios del Régimen, respondió: «Yo lo que se lleve». Muchas personas hacen eso: lo que se lleve, o sea, oyen la melodía de su tiempo. Por eso, uno de cada tres enlaces acaba desanudándose y lo que empezó en anillos terminó en cuchillos. Estas estadísticas de separaciones debieran equilibrarse haciendo otras que reflejasen el número de los que vuelven a casarse. Incluso hay reincidentes que, a la muerte de su pareja, buscan otra. Son los que no merecían haber enviudado. Otros descubren tarde que el éxito de un matrimonio no radica en hallar a la persona idónea, sino en ser la persona idónea. Aunque se separen la tercera parte de los que se casan, no hay que temer que se hundan las columnas de Occidente: hace tiempo que Occidente no tiene columnas.

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