Diario de León

EN EL FILO

Pospujolismo, posaznarismo

Creado:

Actualizado:

CASI NO NOS habíamos dado cuenta, pero ha empezado la cuenta atrás para muchas más cosas que la era Pujol. Ahora vendrá la valoración acerca de lo que el eterno president de la Generalitat ha representado para Cataluña, y para España, y lo que podemos esperar del sucesor, naturalmente del sucesor coaligado. Pero estamos ya -no había más que ver la gran afuencia de 'marianistas' al hotel Palace de Madrid el pasado martes- en el posaznarismo y, a tenor del vigor con el que el PNV depura su proceso electoral interno, creo que podemos afirmar que hemos entrado ya en el posarzallusismo. Confío en que se me entienda y perciba el máximo respeto que empleo en esta última apreciación: tengo la impresión de que vamos a iniciar también un posjuancarlismo de hecho, puesto que la boda del Príncipe y la inevitable asunción de nuevas responsabilidades le va a otorgar un protagonismo necesario y hasta ahora demasiado postergado. Una nueva era se abre para los españoles, con todas sus consecuencias. Y no es que hayan sido precisas las elecciones catalanas para darnos cuenta de ello, claro. El pospujolismo comenzó en el mismo momento en el que el president de la Generalitat entronizó a Artus Mas como su sucesor, anunciando su retirada. El posaznarismo inició la cuenta atrás en el instante, 1 de septiembre, en el que se nos reveló, al fin, el nombre de Mariano Rajoy, que también tendrá que pasar por el incómodo -menos para él que para Mas, parece- trámite de las urnas para sentarse en el sillón de Aznar en La Moncloa. El posarzallusismo se debate entre dos sucesores posibles, Egíbar e Imaz, que representan dos posiciones bien distintas; nunca se criticarán bastante muchas cosas del último Arzalluz, cascarrabias e inflexible en sus prejuicios, pero no podemos dejar de reconocer que, al menos, ha impuesto su dedo omnipotente mucho menos que los dos anteriormente ciitados. Es más: lo probable es que quien salga elegido presidente del Euskadi Buru Batzaar no sea su preferido, el duro Joseba Egíbar, sino, afortunadamente para todos, el más dialogante Josu Jon Imaz. Lo importante en todo este proceso no es, desde luego, el cambio de rostros. Lo importante será el cambio de talantes y el rejuvenecimiento de las ideas. Y es que el proceso autonómico español necesita refrescar sus ideas, abandonar sus prejuicios, dejar de lado el empecinamiento de la Historia, olvidar algunos esquemas e ismos. Y solamente esos nombres nuevos serán capaces de afrontar, sin rencores ni ideas anquilosadas, esas nuevas soluciones requeridas. Con más diálogo , más fluidez y menos cosas prohibidas a priori. Porque, ciertamente, la gestión de Pujol está plagada de claroscuros, la gestión de Arzalluz tiene mucho más de lo segundo que de lo primero y la de Aznar, sin duda globalmente positiva, ha tenido también mucho de empecinamiento en los silencios y en el cierre de puertas. El Aznar que comenzó invitando a los nacionalistas catalanes a formar parte de su Gobierno, y gobernando con los vascos en el Parlamento, ha terminado por no hablarse casi con Pujol. Ni, desde luego, con Arzalluz. Ni con Ibarretxe, a quienes, hay que reconocer que han hecho méritos sobrados como para que nadie les dirija la palabra. Lo malo es que son ellos, el PNV, quien gana las elecciones en el País Vasco, y son ellos con quienes hay que tratar. No digo yo que todo vaya a resolver con el mero sentarse a la mesa a dialogar; no soy tan ingenuo. Pero creo que nada se resolverá sin sentarse a la mesa. Nada hay que separe más que los viejos rencores y las mutuas sensaciones de culpa. Ahora, con el comienzo del pospujolismo, posaznarismo, pos... tenemos una oportunidad única para repensar la marcha, que a veces da la impresión de ser un tanto agónica, de nuestro Estado de las Autonomías, un buen invento que necesita la revisión de los veinticinco mil kilómetros y engrase, mucho engrase. Y quizá un poco de lavado.

tracking