Respeto a las urnas

HOY toma posesión el socialista Pasqual Maragall como nuevo presidente de la Generalitat. Se cierra un cuarto de siglo de gobierno nacionalista en Cataluña, con 23 años de Jordi Pujol al timón. Antes lo hizo Josep Tarradellas, aquel «honorable» con seny que dignificó a las instituciones catalanas y sus relaciones con Madrid. En su única visita a nuestra ciudad, Josep Tarradellas declaró que en España se consolidaría definitivamente la democracia cuando gobernaran los socialistas y se produjera la alternancia sin sobresaltos. Y también: el gran cáncer político del futuro pueden ser las autonomías. No admitía el café para todos. Sin embargo, aquella alternancia visionada para España ha llegado a Cataluña. Y se ha recibido con intransigencia, sonando las trompetas apocalípticas de la derecha como si en nuestro país acabara de instalarse el caos, la desintegración y el ataque furibundo a la Constitución. Es evidente que en las elecciones catalanas se produjo un resultado que dio mayoría de izquierdas. Fue el mandato de los votantes. Esa mayoría de izquierdas, encabezada por el PSOE, el partido más votado en Cataluña, recibe hoy el testigo de gobierno. Han favorecido la alternancia. Se podrá estar o no de acuerdo con la coalición que hoy recibe el poder. Es tan legítima como si CiU hubiese acunado en su regazo a los republicanos. Lo que resulta absolutamente impresentable es la vocación del Gobierno de demonizar las mayorías que no le gustan o no sustentan sus intereses. Satanizan con fervor lo que roza su concepción estricta de las reglas. José Mª Aznar, con el aliento indesmayado de sus delfines y Zaplanas de turno, ha llegado a la descalificación del pacto hasta el grado de decir que es inconstitucional. Descalifican el sistema. No respetan los resultados de las urnas. Es como si una demencia antidemocrática recorriera sus venas. Entre las distintas autonomías podrá haber más o menos diferencias. Ayer lo dejó claro el presidente extremeño, Ibarra. Es público y notorio que discrepa en algunos asuntos, pero ha exigido, por encima de todo, respeto al resultado de las urnas. Pasqual Maragall ha gritado casi hasta la ronquera, que desea cambios, pero dentro del escrupuloso respeto a la legalidad constitucional. A partir de hoy se abre una nueva etapa de gobierno en Cataluña. Y es a lo que tiene que dedicarse el «tripartito»: a gobernar. Lo que han hecho Aznar, su vocero oficial y la corte mediática que eleva el volumen de sus amplificadores, es descalificar el sistema. Otros se descalifican a sí mismos, como el corregidor de Villaquilambre, Lázaro García Bayón, o el ex alcalde de Vigo, el juez Ventura Pérez Mariño. Los dos creyeron estar por encima de la Corporación. O yo, o el caos. García Bayón presentó moción de confianza y le han dado un garrotazo. Se abstuvo el PSOE, votó en contra el PP, y ya sólo queda cumplir el mandato electoral: que siga gobernando la UPL, pero con el siguiente de la lista.