Diario de León

TRIBUNA

Leonesidad al Parlamento

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MÁXIMO SOTO CALVO ASOCIACIÓN PRO-IDENTIDAD LEONESA
León

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LAS PRÓXIMAS elecciones para diputados y senadores nacionales nos deben hacer pensar seriamente en la necesidad de que León tenga voz propia y diferenciada en ambas cámaras. Si se me permite, y no se mal interpreta, tal vez como en un postrer intento de auto defensa. Los leoneses estamos hoy inmersos en un seudoclima de normalidad, subsiguiente a una anómala y forzada entrada en un ente autonómico que, en pago, ha sido un freno para nuestro desarrollo, y de paso nos está despersonalizando. El tiempo que todo lo adormece, hábilmente pautado por los políticos que nos administran, ha conseguido embotar el primigenio sentir popular de rechazo a una forzada autonomía mixta, nacida con marchamo unitarista. Si bien éste sigue latente bajo una mezcla de resignación e indiferencia, la coincidencia ciudadana sobre la necesidad de manifestarlo, al igual que otros sentimientos compartidos, difícilmente brota por generación espontánea, pues, como la actividad deportiva, necesita de un precalentamiento, conocer y comprender, para con posterioridad competir, o sea, exponer y vindicar en movimiento solidario. He ahí una labor política que ha brillado por su ausencia. Nuestros políticos siempre han adolecido de falta de compresión y verdadero acercamiento al sentir del pueblo. Para los parlamentarios nacionales, León es una provincia que ocupa autonómicamente el espacio natural que le corresponde. Así se lo han venido recalcando desde los comienzos los políticos del PP y del PSOE de Castilla y de León, allí ejercientes. Dato que pudimos comprobar cuando la asociación, con ocasión de la reforma estatutaria comunitaria, estuvo en contacto con los grupos políticos restantes. Les enviamos entonces un amplio dossier de los derechos históricos de un León totalmente despersonalizado, marginado y manipulado desde la tolerancia de los nuestros , que, a modo de modesta contrarreforma, cumplió su labor informativa. El PP leonés, por obvio, y dimanante de formar parte del gobierno absorbente en la Comunidad de Castilla y de León, ni tiene nuestra palabra, ni lo intenta, o permite el ninguneo autonómico, que aún es peor. El PSOE leonés, que se acompasa con ellos en la mudez por León, sin embargo ha adoptado un lenguaje... metafísico, para señalar sin comprometerse un vacío sentimental, el de la identidad leonesa enmascarada en lo castellanoleonés. Redefinir León en la Comunidad es su eslogan. Algo esencial, por plausible, si lo hubiera estado alguna vez, y pensaran redefinirnos ahora también en la letra impresa de un Estatuto que ellos ayudaron diligentemente a reformar no hace mucho. Para resaltar esta incongruencia un solo detalle basta. Recuérdese cómo soslayaron citar en el articulado la lengua o hablas leonesas, en tanto destacaban que se había de proteger y propiciar el gallego en determinadas escuelas. No es nimio el tema. Es de profundo calado y daño a lo histórico, social y cultural leonés. Unos y otros: ¡Nos han encerrado en un ente cuyo Estatuto en la letra nos olvida, entre líneas nos castellaniza y en espíritu nos anula! Y desde sus supuestas ideologías no se marca en ningún caso un camino para restaurar la personalidad regional leonesa. En el Parlamento, nuevamente conformado a partir del 14M, y esencialmente debido a las presiones de las comunidades llamadas históricas que reivindicarán más autogobierno, más definición, e incluso reformas en la Constitución, se puede iniciar un curso interesante para nosotros los leoneses a rebufo de los intereses de aquéllas. Si es que, rompiendo ataduras ideológicas mal antepuestas, y votando, nos proponemos y conseguimos algo tan sencillo como tener voz, al menos desde un escaño. El del Senado también puede resultar vital si a esta Cámara la incorporan por fin la territorialidad como cualidad que la signifique. Ocupar éstos con personalidad leonesa, independientemente de quien gobierne, supone garantizar la presencia de la leonesidad como forma de sentimiento, y, huyendo de lo testimonial que en principio supone, intentar dar a conocer y valorar el sentir de un pueblo histórico al que no se le respetó su derecho constitucional a elegir destino autonómico. Y que, como primera medida, junto al estatus socioeconómico que le corresponde, pide respeto y definición identitaria en la comunidad le atenaza. El reto leonesista, o de leonesidad si se prefiere, está en asumir la cita electoral; hacer llegar al pueblo leonés información didáctica cargada de veracidad y transmitirla por candidatos creíbles que siembre convicción en los electores. Así las cosas, la respuesta en las urnas mostrará la capacidad de los leoneses para salir del marasmo de indefinición, abriendo las ventanas de la personalidad colectiva leonesa, en un gesto trascendente de pervivencia.

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