Tyto Alba

ESTE NOMBRE científico describe a la lechuza, beneficiosa ave de presa nocturna que depreda ratones y topillos en el medio rural. Habitante antaño de roquedos y huecos de árboles, encuentra hoy en iglesias y caserones el lugar ideal para anidar. Su silueta blanca, de vuelo algodonoso, va acompañada de bulos como el de beber el aceite de los candiles y defecar enormes bolas negras, amasijos, llamados egagrópilas, que son el resultado de regurgitar pelos y restos óseos no digeridos de sus pequeñas víctimas. Atropellos en carreteras y tirascazo de cura cafre, falangista, suelen eliminar a algunas de estas corujas protegidas. En el Bierzo, un esforzado y libre grupo ecologista, ha adoptado Tyto Alba como nombre de guerra. Conocidos por sus denuncias contra descuajes de riberas, minería incontrolada, vertidos ilegales, pirómanos hijoputas y administraciones complacientes con el machaque de la naturaleza, hacen de la educación ambiental y el trabajo con chavales, plantando árboles, reciclando basuras y enseñándoles a querer el campo, la clave de su conducta moral. Crearon la primera reserva natural privada del norte español, en Palacios de Compludo, pueblo hace poco casi abandonado que es un espejo de respeto arquitectónico y esplendor de las laderas de bosque, matorral y prados que dieron fama a los Montes Aquilanos. Burros zamoranos, caballos losinos, gallinas castellanas, plantíos de escanda, arvejos y maíz casino, sendas recuperadas con podón y dalle, magostos y botillos para los cientos de voluntarios y cursillistas que ayudan al desarrollo rural, han transformado la caída del Becerril en un edén. Ha tenido que ser Cataluña la que galardone a Tyto Alba con el premio Ones Mediterránea de conservación por este proyecto innovador. Mientras, el dormido y melifluo Ayuntamiento de Ponferrada, dueño de los montes de Compludo y socio aprovechategui de la reserva, es incapaz de arreglar la escuela del pueblo para centro ambiental y de cultura.