Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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LOS CONTROLES de la costa andaluza no logran reducir el número de inmigrantes que llegan en estos ataúdes de colores que llamamos pateras, pero sí consiguen que varían su rumbo. Los que antes llegaban a Cádiz prefieren ahora arribar en Almería o en Granada. No son nacionalistas, ni regionalistas: sólo pretenden comer un par de veces al día y ya se sabe que no es de donde se nace, sino de donde se pace. Los inmigrantes pueden dividirse de modo sumario en tres grandes bloques: los que son interceptados, los que se ahogan y los que logran colarse. Los primeros vuelven a intentarlo, los segundos abarrotan el cementerio marino en el que se ha convertido el Estrecho y los que forman el tercer grupo, que no es el más numeroso, prefieren que se les explote realizando esos trabajos que, según parece, no atraen en exceso a los nativos. Ni siquiera a los que buscan trabajo. Junto a esos tres apartados, que no suscitan el menor interés de los Bancos y de las Cajas de Ahorro, hay un gran grupo de inmigrantes privilegiados, que manda dinero a su país a un ritmo que crece cada año un veinte por ciento. Son los con papeles. No sólo son unos buenos padres o unos buenos hijos, sino algo mucho más importante: son unos buenos clientes. ¿Cómo despreciar a un colectivo que cada mes envía a sus lugares de origen 250 millones de euros? Nuestras entidades financieras se están apresurando a suscribir acuerdos para gestionar esos envíos. El dinero no tiene olor, que dijo Vespasiano. Ni siquiera huele a sudor. Los inmigrantes, cuando ganan dinero, dejan de serlo. Del mismo modo que cuando un negro llega a ser campeón del mundo de boxeo deja de ser negro inmediatamente. En España hay más de dos millones y medio de ciudadanos extranjeros y quizá no sea inoportuno recordar que hubo un tiempo en el que muchos compatriotas tuvieron que cambiar de patria para comer. Se iban a Alemania o Bélgica, con una maleta de madrera y también les mandaban dinero a sus familias. Al volver, con su tesoro de pobres se hacía una casita en el pueblo.

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