Diario de León

PANORAMA

La importancia del pupitre

Publicado por
VALENTÍ PUIG
León

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LAS REFORMAS serias de un país -como bien sabía Jovellanos- siempre pasan antes por la educación. Hoy, en España, no puede decirse sin más que el sistema educativo esté en el mejor de sus momentos. Casi preferimos no debatir eso, aunque educadores y expertos adviertan continuamente de la baja calidad de nuestra enseñanza o de la falta de competitividad de las universidades. Toda la sociedad en su conjunto prefiere mirar para otro lado y no pocos padres se ven desamparados, obligados a un esfuerzo económico muy especial para que sus hijos alcancen la excelencia necesaria. Puede decirse incluso que el problema no es de medios, sino de contenidos y de voluntad de exigencia. Tenemos en marcha una inmensa fábrica que produce más ignorantes que sabios. Lo subraya el informe anual de la OCDE sobre España al insistir en que la mejora del sistema educativo es una prioridad. Los baremos internacionales de la OCDE indican «pobre calidad» en la enseñanza impartida en las escuelas españolas. Sugiere, por ejemplo, incentivos económicos a los profesores que busquen la mejora de su preparación y resultados. Esa medida, del todo lógica y necesaria, acostumbra a topar con la resistencia de los sindicatos, especialmente negativos en el área educativa. En la universidad, dice la OCDE, la competitividad entre los departamentos es escasa y la selección del profesorado es manifiestamente endogámica, de un corporativismo tribal. En general, le falta al sistema educativo una buena imbricación con la realidad empresarial. Estrictamente, la calidad de la enseñanza en España anda por debajo de la media de los países de la OCDE. Los informes de la OCDE suenen ser equilibrados y expuestos en un lenguaje aséptico. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico dimana históricamente de lo que fue el plan Marshall en la Europa de postguerra y viene a ser la contrapartida de la Alianza Atlántica, agrupando a treinta países democráticos, considerados en parte los más prósperos. Sus informes anuales país por país son muy respetados y no pocas veces provocan rectificaciones en la acción de los gobiernos nacionales, sobre todo en el tema económico. A quien observe el sistema educativo español desde más cerca, no le queda más remedio que ponerle nombres al deterioro. La LOGSE aceleró el deterioro del sistema educativo español, pero las primeras causas venían de lejos. En gran parte todo comenzó el día en que cundió la especie de que memorizar no solo no servía para nada sino que era un vestigio del más perverso autoritarismo. Lo mismo ocurría con la lectura en voz alta, con el resumen de textos, con el dictado y la redacción. El experimentalismo pedagógico se adueño del sistema, empeñado en arrumbar todo lo que pudiera oler a enseñanza tradicional. Las aulas han sido despojadas de toda autoridad y el profesorado se enfrenta todos los días a un magma adolescente. La destrucción del sentido común es, entre líneas, la protagonista principal de informes como el de la OCDE. Tal maltratado por su época, Jovellanos estaba en lo cierto, como lo estarían los regeneracionistas largas décadas después: la reforma está en los pupitres y no en la abstracción. Del pupitre proviene la capacidad competitiva de un país, la calidad de su opinión pública y su posición en el concierto de naciones. No es esta la mejor hora para pedir un gran consenso sobre la cuestión. Es intenso el enfrentamiento entre gobierno y oposición. Además, los precedentes no son alentadores porque los retoques iniciados por los gobiernos del Partido Popular fueron anuladas de un plumazo por el PSOE al llegar al poder hace ahora un año. Ese callejón sin salida induce a una gran melancolía histórica. La educación en España lleva demasiado tiempo perdiendo pistonada.

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