Diario de León

EL RINCÓN

Concurso de indignidad

Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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ALGÚN DÍA, los historiadores que detallan las guerras, sus causas y sus efectos, se ocuparán de la distancia que va de Breda a Bagdad. ¡Ay de los vencidos!, se ha gritado siempre, pero la intensidad de los ayes no es la misma. Ponerle una mano en el hombro al derrotado no es igual que retratarlo en calzoncillos. Los yanquis van a conseguir que el dictador Sadam Husein acabe por caernos simpático. El sangriento sátrapa fue primero calumniado al difundir por todo el mundo que tenía arsenales de armas de destrucción masiva. Era mentira. Ahora se procura sistemáticamente la humillación de un prisionero de guerra. Primero violaron la verdad y ahora violan sin ningún reparo la Convención de Ginebra. En todo caso, ambas están acostumbradas. No puede decirse que fueran vírgenes. Creo que un hombre, sea jefe de Estado o mendigo, sólo es ridículo en calzoncillos cuando conserva puestos los calcetines. Entendemos por ridículo algo que por su rareza o extravagancia puede movernos a risa, pero burlarse de un prisionero sólo puede hacer reír a los más acreditados canallas. A Sadam le aguarda una justa condena, pero no son necesarias las burlas. Hablando de canalladas, hay que poner en primer plano lo del líder de Esquerra Republicana, Carod Rovira, que se ha retratado muy sonriente en Jerusalén, con una corona de espinas a discreta distancia de la cabeza vacía. El fotógrafo ha sido el poco honorable Pasqual Maragall, que también parecía estar muy contento. No hay que llamarles payasos, ya que los payasos constituyen una profesión benemérita que en vez de repartir odio entre adultos reparten risas entre niños. Hay que llamarles cretinos. Parece como si se hubiera entablado una leal competencia entre indignidades. A ver quién llega más lejos. Ya advirtió Ibsen de que la barca del mundo se hundiría por el peso de los imbéciles. La de España está zozobrando.

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