Policías y ladrones

SI VEMOS por la calle grupos de gente alborozada, incapaz de contener su ruidosa alegría, quizá no nos equivoquemos al suponer que pertenecen a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. No es para menos. Con independencia de los incrementos retributivos que atañen a todos los funcionarios públicos, tanto los policías como los guardias civiles van a disfrutar de un aumento de 40,7 euros al mes, o sea, de un euro y pico al día, con lo que podrán tomarse una cervecita cuando no estén de servicio. La mejora se ha plasmado recientemente en un real decreto y es fruto del acuerdo alcanzado el pasado mes de abril entre el Ministerio del Interior y los sindicatos policiales. ¿Puede extrañarle a alguien que muestren su incontenible júbilo? Si vemos también por la calle a otros grupos de personas que no pueden disimular su felicidad, quizá no nos equivoquemos al conjeturar que su júbilo proviene de haber salido del trullo, también llamado talego, Hotel Las Rejas, saladero, trena y de muchas maneras más, todas recogidas en «El tocho cheli» de mi admirado Ramoncín. Sus deudas con la sociedad han sido pagadas, aunque ellos no hayan devuelto lo robado, que eso no se lleva entre nosotros. Lo que se roba no se quita. Algunos de nuestros más célebres reclusos -Mario Conde, Luis Roldán, Antonio Camacho, Javier de la Rosa- han cumplido parcialmente sus condenas y, como resulta que se han portado muy bien en prisión, como corresponde a personas de buena educación, se disponen a emprender una nueva vida, aunque quizá les resulte menos fructífera que la anterior. ¿Quién se acuerda ya del «caso Banesto», del «caso Kio», del «caso Urralburu» o de Gescartera? Los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, para luchar contra las mafias, tienen que echarle pelotas, pero ellos dieron el pelotazo. En lo que ambos gremios coinciden es que están contentos.