Reyes en helicóptero

EL INTRUSISMO profesional tiene ya preocupado hasta a Walter, el camarada-jefe de Comisiones Obreras. Y no es para menos, que la cosa ya llega al punto de que el otro día llegó el subdirector del periódico y dijo muy serio: «Hay una manifestación frente a la Subdelegación del Gobierno. ¡Llamad al Obispado!» Pero se quedó tranquilo al saber, después de un par de llamadas, que los manifestantes eran guardias civiles que reclamaban como españoles sus derechos constitucionales. El mundo al revés, vaya. Aunque después de ver ayer al Papa con un tricornio en la Plaza de San Pedro, uno no sabe qué pensar. Como dice Antonio Núñez: «Yo ya no sé si soy de los nuestros». Es que vivimos tiempos de cambios, y si no que se lo pregunten a Cristina Gómez, munícipe de fiestas, que ha aplicado la máxima de renovarse o morir y ha dicho que eso de que lleguen los Reyes Magos en una locomotora de vapor se ve como anticuado, por mucho de que lleve más de una década congregando a miles de niños en la estación. Hay que innovar, y por eso este año van a llegar en helicóptero. Hombre, aún a riesgo de pecar de tradicional, a mí me parece una horterada bastante provinciana, y sólo le reconocería su puntito si la edil consigue que Mariano Rajoy haga de rey Gaspar y se traiga a Esperanza Aguirre de paje. Si les convence para subirse al aparato, un servidor volverá a creer en los Reyes Magos. Puestos a revisar tradiciones, la próxima podría ser la pugna del foro u oferta de las Cabezadas, porque para qué quiere unos cirios de cera el Cabildo. Que les lleven unos petardos.