Diario de León
Publicado por
JOSÉ RAMÓN AMOR PAN
León

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HOY, como ayer, todos aspiramos a vivir bien. También desearíamos (cuando toque, a poder ser más bien tarde que pronto) una buena muerte. Qué es lo que cada cual entiende por vivir y morir bien ya es harina de otro costal. Es en este debate en donde entra a jugar el concepto de calidad de vida, una expresión talismán, un eslogan, una muletilla que gustan usar abundantemente nuestros políticos. El concepto de «calidad» nos hace pensar en excelencia y «de vida» indica que el concepto compete a la esencia misma o a aspectos fundamentales de la existencia. De eso habla, y mucho, el anteproyecto de Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a Personas en Situación de Dependencia aprobado por el Gobierno el pasado diciembre. Hasta ahora no había querido escribir sobre el mismo porque quise encontrar soluciones a los interrogantes que me suscitaba este asunto. No las he encontrado y, por eso, decido compartirlos con ustedes. Primero, el dinero. Si bien es cierto que el lenguaje y la forma jurídica es un ingrediente importante en la consecución de mejoras sociales, la verdad es que España se ha caracterizado tradicionalmente por una fortísima inflación legislativa y una más que temible insuficiencia presupuestaria a la hora de llevar a la práctica las normas aprobadas. El meollo de la cuestión no está en la afirmación del derecho a una prestación sino en los recursos que se van a poner para cumplir con el mismo: que en la actualidad existe un derecho a la asistencia sanitaria nadie lo pone en duda y, sin embargo, la realidad, que es muy terca y no siempre camina de la mano de las promesas políticas, nos habla de asombrosas listas de espera, de habitaciones de tres camas habilitadas para cuatro, de enfermos en silla de ruedas o en camilla por los pasillos de Urgencias, etcétera. El asunto se complica aún más porque resulta que la mitad del esfuerzo inversor que se prevé para llevar adelante la iniciativa tendrá que salir directamente de las arcas de las Comunidades Autónomas qyue, como todos sabemos, se encuentran ya bastante depauperadas. Para este viaje no hacían falta estas alforjas: sobraba con la actual normativa. Con un tema tan serio como la dependencia no se debería hacer nada de demagogia. En segundo lugar, nadie ha sabido explicar por qué la futura ley sólo protegerá a los mayores de tres años. Parece una discriminación que ha motivado ya quejas ante el Defensor del Pueblo.

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