Diario de León
Publicado por
CÉSAR CASAL GONZÁLEZ
León

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HAY VECES que para escribir un artículo sólo hace falta recoger unas cifras. Los números no mienten y, en ocasiones, abruman. La Fundación Intervida colabora en Camboya para frenar la salvajada del turismo sexual. Aunque las estadísticas son difíciles de precisar, tanto Intervida como Unicef enumeran datos que asombran a cualquiera y que debían de sonrojar a más de uno que leerá este artículo y que habrá hecho algún viaje de este tipo a América o Asia. Se calcula que una de cada tres prostitutas de las zonas de Tailandia, Camboya, Vietnam, Laos y China tienen entre doce y 17 años, como recoge Ana López en el último número de la revista Intervida. En Taiwán son entre 40.000 y 60.000 (tres veces Betanzos) los menores que se dedican al negocio del sexo. Cerca de medio millón son los chavales que venden sus cuerpos en China y la India. Como dos veces todos los coruñeses. En Filipinas, donde el consentimiento de la ley para que los menores practiquen sexo sin ser delito baja a los doce años, trabajan como prostitutas más de 100.000 niñas. Todo Ourense, para entendernos rápido. Unicef habla de dos millones de niños y niñas explotados sexualmente cada año, en un negocio de 10.000 millones de euros anuales. Aparte del trabajo en esos países, muchas de las campañas de concienciación se hacen en nuestro estupendo primer mundo, porque somos nosotros los que sostenemos y potenciamos este invento como clientes. La oferta existe y crece como un monstruo de mil cabezas porque son muchos, cada vez más, los occidentales que viajan a estos países para practicar la pederastia. Lejos de casa, dinamitan sus costumbres y creen que no pasa nada. Se dedican a un juego diabólico que los convierten en delincuentes. Ojalá explotasen todos los explotadores de niños y niñas.

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