Kapuscinski

TODOS NACEMOS con dos fronteras: la de nuestro país y la de la vida. El primer capítulo del libro Viajes con Herodoto , del polaco Ryszard Kapuscinski, que acaba de fallecer a los 74 años, se titula: Cruzar la frontera. Y en 14 páginas Kapuscinski, uno de los más importantes reporteros del siglo XX y autor de una docena larga de libros prodigiosos, nos da la clave de lo que ha sido su vida. Nació en Polonia en 1932. Tenía, pues, 7 años cuando se desencadenó la Segunda Guerra Mundial, que supuso para Polonia el exterminio de seis millones de personas: y tres millones eran judíos. El arrasamiento económico del país, la infinita desolación de los polacos, el odio generado por la guerra y la extrema censura ideológica impuesta por la dictadura comunista crearon una convivencia social basada en el miedo y en la represión sentimental y sexual. Era, pues, Polonia un país especializado en pobreza, terror y asfixia, como, sin necesidad de viajar muy lejos, fue la España de los años cuarenta, aunque aquí con la ideología más enemiga del comunismo: el alegre fascismo. Kapuscinski descubrió a Herodoto, el padre de la historia occidental, en una clase magistral que la catedrática Biezunska-Malowist dictaba, en el primer curso de Historia, en la Universidad de Varsovia. Como periodista debutó, al acabar la carrera, en un periódico cuyo nombre, traducido al castellano, era Estandarte de la Juventud . Y así inició su carrera de reportero, que viajaba de pueblo en pueblo, una carrera circunscrita al ámbito de Polonia. Pero llegó el momento en que, como él cuenta, sólo tenía un anhelo: cruzar la frontera. Y el subrayado es de Kapuscinski. ¿Y a qué país quería ir? El país le daba igual: sólo anhelaba el mero acto de salir de Polonia, el acto, que él califica de casi místico y trascendental, de cruzar la frontera. Su primer destino como corresponsal fue la India. La redactora jefa, que le dio la noticia de aquel destino, le regaló un libro: Historia, de Herodoto , el primer auténtico reportero del mundo occidental. No es casual que el último y, por supuesto, espléndido libro de Kapuscinski se titule Viajes con Herodoto.