La violencia de género

QUIEN entienda la clave de la mayor parte de los escándalos políticos, que levante la mano. Unos y otros se meten en lodazales con una pasmosa facilidad. Apenas han salido del debate sobre la medalla a la militar gallega muerta en Afganistán, cuando ya hemos entrado en una fase de tensión, ahora en torno a la violencia de género. Todo porque el líder del PPdG ha dicho que hay más desde que gobierna el bipartito, y no ha mentido, aunque haya hecho gala de un evidente mal gusto al entrar a ese tema de tal modo. Cierto que Galicia no tuvo un solo caso de violencia de género en 2006, tan verdad como que en dos meses de 2007 llevamos varios en la comunidad, pero no parece que se puedan atribuir, antes ni ahora, a la gestión de los gobiernos. Quizás sea positivo y oxigenante que los políticos no entablen discusiones sobre este y otros asuntos semejantes con afán partidista, pero la evolución del problema requiere un gran debate abierto a todos, especialmente los expertos. No estoy en condiciones de afirmar que sea suficiente, pero es evidente que una de las grandes cuestiones sociales de nuestro tiempo en España a la que se están dedicando más recursos humanos, probablemente también de otro orden, es éste que se viene saldando con tantas muertes, con innumerables maltratadas. No creo que se pueda señalar a uno u otro ejecutivo como culpable, pero resulta evidente que la sociedad está fracasando estrepitosamente. Nos ocurre cuando nos advierten que otro problema de violencia, el de los niños maltratados, al que en apariencia dedicamos mucha menos atención, parece que presenta una evolución alarmante. Cierto que, en el tema de la violencia de género, en Galicia se están tomando iniciativas sin cuento. Que ya tienen tradición, por otra parte, al margen de valorar la importancia de la gestión. A nadie con responsabilidad se le puede atribuir dejación, pero si no acertamos, o no dosificamos las acciones con resultados prácticos, habrá que explorar otros caminos. Con buen gusto.