Corros de barbones

SI DE MAÑANA nos acercamos a la ermita de San Cristóbal, punto dominante de Los Oteros al oeste de Matallana de Valmadrigal, las siembras se adornan con enormes pelotas blancas de pluma, las siluetas de los barbones de avutarda que hacen la rueda en el picadero intentando atraer a las gráciles hembras que comen en los alrededores, mientras vuelan al cielo las siluetas pardas y cantarinas de calandrias, alondras y terreras. El celo ha llegado al llano y las aves se afanan en cumplir con el rito reproductor. La avutarda ha aguantado bien la intensificación del secano, siempre que este no se transforme en regadío, ni que se llene su dominio de pistas agrícolas, casetas y tendidos eléctricos. En Castilla y León, reside una población de 10.680 avutardas, sobre un núcleo español estimado en 23.055 aves, siendo la cuenca del Duero el bastión más populoso del ave voladora más pesada del mundo, en la que algunos machos llegan a pesar 15 kilogramos. En León, se mantiene un núcleo de cerca del millar de avutardas, con los mejores enclaves en Los Oteros, en el sector de Valverde Enrique y en toda la zona de linde con la provincia de Valladolid, entre Joarilla de las Matas. Gordaliza del Pino, Sahagún y el río Cea. Un pequeño grupito de menos de 30 aves está aquerenciado cerca de la autovía a Benavente, por Villaquejida, vestigio de la población más boyante que antaño anidaba en los páramos entre el Órbigo y el Esla. En verano, algunas aves en dispersión se ven por La Cepeda y los llanos entre el Jamuz y la Valdería. De aquí a unos días, las hembras prepararán el nido, una depresión en el suelo, donde depositan de uno a tres huevos, casi siempre en los bordes de las cebadas. Cuando nazcan las crías, en junio, van a alimentarse de saltamontes, buscados en rastrojos y cunetas, siendo bastante vulnerables en cuanto se coseche el grano, pues aún no vuelan. Los adultos, vegetarianos, se pirran por la alfalfa y las ruderales jugosas, como ovejas emplumadas. 1397124194