Diario de León
Publicado por
JAVIER TOMÉ
León

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CUÁNTO añoramos los aficionados merengues aquellas broncas trufadas de rayos y truenos que propinaba don Santiago Bernabeu, el eterno presidente del Real Madrid, cuando las cosas se torcían en el terreno de juego. Conocidas en el mundillo futbolístico como «Santiaguinas», lo cierto es que obraban un efecto balsámico en nuestros muchachos, que parecían de repente abducidos por el espíritu de las pilas Duracel y goleaban a tutiplé. El equivalente a las antiguas Santiaguinas son las Acebinas del presente, invención no menos genial del ex ministro Acebes, un auténtico experto en descoyuntar la realidad y los hechos probados. No hay cosa más provechosa que un discreto mentir, dijo Tirso de Molina, y a ello se ha aplicado el ínclito don Ángel, afrodisíaco de las masas populares por ser un estadista que tiene respuesta para todo. Inventada, claro, pero respuesta al fin y cabo. Las Acebinas son moneda común en el discurrir cotidiano. Ahí tienen a esa sufrida madre que recibe de madrugada a su hijo, exangüe tras una noche de botellón, y con el fin de evitar que el padre eche mano al bate de béisbol y comience a macerar a su perjudicado retoño, afirma: «Pobre, le ha debido de sentar mal la cena». ¡Acebina habemus! O esas dos señoras que se encuentran en Ordoño, después de que una de ellas acabe de pasar por el calvario de la cirugía estética. Estupefacta ante semejante lifting con patas, la normal saca a relucir su mejor condición y comenta sin aspavientos: «Cada día te veo más mona». ¡Acebina al canto! Don Ángel Acebes, máximo inspirador de tan educado gatuperio, es mi ídolo. No es que él entienda mucho de atentados y esas cosas tan desagradables, pero siempre es un placer encontrar a alguien más cínico que uno.

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