Diario de León

DESDE LA CORTE

La detención del mito

Publicado por
FERNANDO ÓNEGA
León

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EL FISCAL General del Estado anunció que no movería ningún caso de corrupción municipal hasta pasadas las elecciones: no quiere interferir con esas noticias en el proceso electoral. Pero el juez instructor del caso Malaya no sigue ni tiene por qué seguir las indicaciones del señor Conde-Pumpido y, como se suele decir, «tiró palante»: de noche, cuando razonablemente no había cámaras apostadas, y cuando Marbella cambiaba su aire playero por el tono de jarana nocturna, mandó detener a Isabel Pantoja. Los guardias tuvieron la delicadeza de no ponerle esposas. Pero la gran cantante, que llaman tonadillera, pasó la noche en comisaría. Como el alcalde Tierno Galván había avisado que «Dios nunca abandona al buen marxista», se cumplió el diagnóstico: Dios le echó una primera mano al gobierno socialista, aunque tenga poca fe en don Carlos Marx, y ayer, donde debía estar la foto del Fiscal y su decisión sobre las listas, estaba la foto de la folklórica. Donde algunos diarios tenían previsto un titular agresivo sobre la coladera de Batasuna, lo tuvieron que retirar porque la Pantoja era la conmoción. Para completar el cuadro de la ayuda divina, quiso la casualidad que Zapatero dijera el mismo día, y en Marbella, qu e se perseguiría a los corruptos por famosos que sean. Y, con su visita previa a la comisaría donde pernoctó la cantante, parecía el Bautista abriendo los caminos de la señora. ¡Qué jugadas hace el destino! Todo fue casual; pero tan notorio, que desmiente al sabio que dijo que «en política no existen las casualidades». Temerosa de malévolas interpretaciones, hasta La Moncloa se apresuró a aclarar que Zapatero no sabía nada, no vaya alguien a pensar que el presidente se dedica a meter en la cárcel a los mitos nacionales, dando argumentos a un PP que cualquier día dirá que el PSOE detiene a una grande de la canción, mientras deja pasear a De Juana Chaos, que es la música de más éxito en esta primavera electoral. Naturalmente, ignoro cuál será el destino penal de Isabel Pantoja. Le aplico, y además con mucho gusto, el principio constitucional de presunción de inocencia. Y anoto con alguna pena cómo las personas marcadas por la fama son condenadas por la opinión publicada por el mero hecho de ser detenidas. Es la injusticia de la popularidad. Esta mujer ya pasará por ser una pieza del saqueo de Marbella o del blanqueo de dinero en las inmensas tramas oscuras de la Costal del Sol. De ello se encargarán las televisiones y las tertulias, todos los programas del corazón, convertidos ahora en salas de justicia. ¿Y qué hará la opinión pública? No lo sé. A Farruquito le aplaudían po r la c alle como si, en vez de provocar la muerte de un hombre, lo hubiera resucitado.

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