Diario de León

EL BALCÓN DEL PUEBLO

Dignidad y calidad democrática

Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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NO SE supone, está probado: La clase política española y la vida política han perdido mucha calidad y altura de miras desde los primeros tiempos de la transición. Entonces, una generación de políticos responsables y sin mezquindad sacaron adelante la Constitución y asentaron la democracia en este país. Y la verdad, fue casi un milagro, porque aquí había muy pocos demócratas y ninguna práctica democrática. Llevamos algunos años en que las prácticas y la calidad no paran de bajar. Basta recordar, en sucinto revival, el fenómeno del GIL, partido que llevó a Jesús, «tal y tal», a la alcaldía de Marbella para hacerse una idea de cuándo empezaron a llenarse de costra los usos democráticos. Anteayer hemos tenido una nueva muestra en Valencia de cómo es posible siempre seguir bajanado en dignidad y perdiendo calidad democrática. La aparición en escena del presidente de la comunidad valenciana, Francisco Camps, y de la corregidora de Valencia, Rita Barberá, acompañando al anciano dandy y gran capo de la Fórmula 1, Ecclestone, me causo perplejidad. Juntaron sus manos para las tomas televisivas como si fuera el sello de un triunvirato. Aprovechando que el gran circo de la F.1 celebra hoy el gran premio de España en el circuito de Montmeló, llevaron al patrón a Valencia, que también es mediterránea y fenicia. Una ciudad que ama el fuego y el comercio. Le llevaron para que dijera: esta capital tendrá una carrera anual de Fórmula 1 si el PP gana las elecciones municipales y también las autonómicas. Ha sido uno de los espectáculos más indignos y bochornosos que se recuerdan en los últimos tiempos. La imagen se me antoja como la de dos dirigentes intentando comprar el voto con promesas de circo y dejando claramente al descubierto que Camps y Barberá consideran a los valencianos no como electores en libertad, sino menores de edad e inteligencia, a los que se les promete premios o castigos según se porten en las urnas. Ya hace tiempo que la comunidad valenciana, en especial cuando la gobernaba Eduardo Zaplana, era nido de escándalos. Algunos todavía están en los juzgados, como el caso del pago de cantidades extraordinarias en paraísos fiscales al cantante Julio Iglesias. ¿Qué pedían a cambio al cantante almibarado?. Miren ustedes: blanco y en botella es una adivinanza que no necesita aclaración. Lo que queda en evidencia, una vez más, es la tendencia que tienen las comunidades autónomas a comportarse como repúblicas bananeras. En el caso de la Fórmula 1 para Valencia, se da la circunstancia que el viejo dandy Ecclestone tiene como socio a Briatore y como comisionista a Alejandro Agac, yerno del ex-presidente José María Aznar. Agac comenzó su carera de relaciones públicas y tráfico de influencias el mismo día de su boda con la hija de Aznar. Fue la bodona celebrada en El Escorial, que como todo el mundo sabe, es patrimonio nacional. Si alguien tuviera un mínimo de dignidad, debería decir, por el más elemental sentido del orgullo y de patriotismo: No se admiten chantajes e influencias extranjeras que condicionen el voto de los españoles.

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