El himno

PARECERÍA que a medida que maduran las democracias, las convicciones se vuelven más racionales y profundas, los valores prevalecen sobre las intuiciones y las adhesiones sentimentales y, consiguientemente, los símbolos decaen y pierden importancia. Pero España es diferente -ya lo detectó Fraga en los años sesenta-, y a estas alturas hemos caído en la cuenta de lo urgente que resulta dotar al himno nacional, la venerable Marcha Real, de una letra adecuada que nos permita cantarlo colectivamente. Primero fue el Comité Olímpico Español el que tuvo la ocurrencia, pero inmediatamente ha salido el PP a secundar la iniciativa. Las ideas, -más que los símbolos, que siempre son irracionales- si son sensatas, unen y vinculan. Deberíamos saberlo, tras tantas guerras civiles.