EN POCAS PALABRAS
Idas y venidas
HABRÁ siempre en la política profesionales y aficionados, gentes con vocación y advenedizos, trabajadores honra y hasta facinerosos decididos a enriquecerse. Pero este escenario variopinto tiene sus reglas: quien concurre a unas elecciones democráticas después de haber intentado seducir a los ciudadanos mediante propuestas y promesas tiene que acatar luego el resultado de las urnas. Esto es, habrá de gobernar si gana y habrá de ser oposición si pierde. En algún caso, la derrota es tan aparatosa que su destinatario puede entender que lo incapacita para seguir aspirando a gobernar (el caso de Miguel Sebastián en Madrid, por ejemplo), pero, en los demás casos, el derrotado tiene que cumplir el compromiso que contrajo con el cuerpo social. Viene esto a cuento, de Jaume Matas, quien, después de verse desplazado de la presidencia de la comunidad balear, pese al buen resultado de su partido, ha decidido súbitamente marcharse de la política dejando a su formación política en situación delicada ante las elecciones generales. Esta espantada es políticamente ilícita y retrata a un personaje que no mereció la confianza de los ciudadanos.