Diario de León

LA ATALAYA RAMÓN EN POCAS PALABRAS LETRA PEQUEÑA

Será que no creen Derrota global Esquizofrenia

Publicado por
ISAÍAS LAFUENTE LUIS DEL VAL
León

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ESTUVE EN LA manifestación por la familia que se celebró en el Paseo de la Castellana de Madrid hace unos días. No en la que convocaron Rouco y los suyos, sino en la que organizaron, hoy como cada año desde tiempo inmemorial, los Reyes Magos. Acudí porque mi hijo transita por la frontera de la ilusión y no quería perderme, quizás por última vez, esa mirada limpia, alegre, sorprendida ante la Comitiva Real. Fui por eso, pero también para constatar si la apocalíptica visión de los cardenales y obispos españoles, empeñados en presentar a nuestro país como un trasunto de Sodoma y Gomorra y a nuestro gobierno en heredero directo de un Herodes comeniños, tenía algún viso de realidad. Visto y oído lo que tuvimos que ver y oír el pasado día 30, esperaba encontrar desplegadas Unidades de Intervención de la Policía dispuestas a disolver por la fuerza la cabalgata, y esperé hasta el último momento por ver si el modisto de la vicepresidenta había desposeído a sus Majestades de la capa de armiño para colocarles un laico traje de chaqueta con corbata a juego. Mientras llegaba el momento observé a mi alrededor buscando en las espaldas de los padres algún sospechoso apéndice, en sus bocas el fluir de alguna sustancia extraña, en su piel, tatuada, alguna cifra satánica, en sus cuellos algún giro inverosímil que les permitiera ejecutar una rotación total... Mi decepción fue total. El único gesto extraño que contemplé fue el viaje de ida y vuelta de algunos caramelos lanzados desde las carrozas del Real Madrid y el Atlético de Madrid. Y es que la rivalidad futbolística no descansa ni en Navidad. Afilé también mi menguado sentido de la intuición por ver si identificaba la filiación de aquellas parejas que sostenían amorosas entre sus brazos a inocentes niños y por el aspecto no conseguí identificar si eran separados, divorciados, parejas de hecho o matrimonios consagrados por alguna religión. Tampoco las parejas del mismo sexo me dieron pistas sobre su homosexualidad. En fin, que vi a miles de familias y todas me parecieron iguales y todos los niños y niñas igualmente felices. No vi en la cabalgata, por razones obvias, curas y monjas con sus hijos, aunque nunca me atrevería a juzgar que su celibato impuesto dinamite el artículo 16.3 de la Declaración de los Derechos Humanos respecto a la protección de la familia, como hizo Rouco Varela al condenar las nuevas formas de familia que nuestro país, gracias a Dios, reconoce y no persigue. Tampoco le vi a él, ni a los cardenales Cañizares y García Gasco. Será que ya no creen en los Reyes Magos. EL MUNDO, ya muy avanzado el proceso de globalización, parece ser cada vez más pequeño y manejable. Occidente alardea de los nuevos sistemas de comunicación que han puesto todo el orbe al alcance de la mano de cualquiera. Pese a los miríficos arsenales militares que podrían destruir todo el planeta en segundos, la comunidad internacional ha sido incapaz de desarticular la organización terrorista Al Qaeda y de detener a Bin Laden, oculto en algún lugar de Asia, más de seis años después de los terribles atentados del 11-S. Tanta es la fuerza de este grupo terrorista que Europa ha tenido que desistir de celebrar al rally a Dakar. Ese engendro que llamamos Occidente y que compendia los grandes valores y principios que dan sentido a nuestra vida no impone su imperium sobre el mundo. La globalización se ha recluido en los sótanos de la seguridad. Verlo de otra forma ahora es creer en los espejismos. HACE UNOS meses, no demasiados, cuando a la economía española se le reventaban las costuras de tanto engordar, nuestros gobernantes socialistas aseguraban que era el resultado de la política que aplicaban desde el gobierno. Han cambiado los datos: aumenta la inflación, aumenta el paro, y disminuye el crecimiento. Desde el PP, que no hace mucho eran partidarios de responsabilizar a la economía mundial de la prosperidad española, se nota que han cambiado de criterio, porque achacan estos malos síntomas a la torpeza de los socialistas. Y los gobernantestambién han cambiado de criterio y dicen que el ciclo es malo. Lo más probable sea que cuando los resultados económicos eran buenos, algo tuvieran que ver los gobernantes, y, por lógica, alguna relación tendrán con los resultados malos. De cualquier manera, que nadie se alegre, ni siquiera los del PP, porque una de las cotas de mayor prosperidad española se logró en los últimos años de Aznar, y, luego, ganaron las elecciones los socialistas. Y éstos, por favor, que no digan que las cosas van bien, porque el cinismo molesta a la poca inteligencia que nos queda.

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