Ecuador de la campaña

ESTAMOS en el ecuador de la campaña electoral. Quedan seis días para que los partidos políticos movilicen a los suyos y a los demás. Y queda, también, el segundo «cara a cara» de los dos candidatos con posibilidades de presidir el Gobierno. Será mañana y promete mucho. En los cuarteles orgánicos del PP y del PSOE se asegura que los dos sacarán algún conejo de la chistera. Yo soy más escéptico. Pero antes del cara a cara, hoy aterriza en León el PP. La llenarán, por supuesto. Aquí se dará cita la marea azul de las nueve provincias de la comunidad. En lo que llevamos de campaña se han dado numerosos casos para vocear desde este balcón. Y también para la reflexión post-electoral. No estuvo muy afinado el ex-presidente socialista Felipe González cuando consideró «imbécil» que un candidato como Mariano Rajoy se echara piropos a sí mismo. El insulto en esta legislatura que agoniza ha tenido patente de corso. No iba a desaparecer como por arte de birlibirloque durante la campaña. En la historia democrática nunca un presidente ha sido vilipendiado con tanta saña como José Luis Rodríguez Zapatero. Y no lo ha sido por los grupos minoritarios, sino por el líder de la oposición. Algunas de sus descalificaciones movían a apretarse los dientes. Si condenable fue la salida de pata de banco de Felipe González, mucho peor había sido que Mariano Rajoy le dijera a Rodríguez Zapatero, en el primer debate del «cara a cara», que agredía a las víctimas del terrorismo. Mezquino e inaceptable. También entra en la antología del disparate que Ana Mato llame analfabetos a los niños andaluces en comparación con los madrileños. Ana Mato ha sido recuperada para estas elecciones tras años en Europa. Es la prueba fehaciente de cómo José María Aznar ha colocado a sus peones más fieles para controlar a Mariano Rajoy, y sobre todo, para controlar la sucesión a Mariano Rajoy. Si el candidato popular, como es previsible y diagnostican todas las encuestas, no alcanza la victoria, se adivina una batalla de grandes proporciones en las filas conservadoras. Aquí mismo, en León, llamó poderosamente la atención el interés de Génova por colocar a Baudilio Tomé. Como diputado por León resultó un absoluto fracaso. Inadvertido. No visitó la provincia ni en los fines de semana. Bien, pues para sorpresa de los maños y relajación de los leoneses, le acabaron colocando en la lista por Zaragoza. Y como número dos, nada menos. El secreto es que pertenece al núcleo duro de la Fundación Faes, los más fieles a Aznar que a los postulados «Neocon». Al igual que Miguel Ángel Cortés, que encabeza la lista por Valladolid tras haber pasado desapercibido durante los últimos cuatro años. E igual que Ignacio Cosidó, hasta ahora anónimo senador por Salamanca, que en estas elecciones es foto de cartel por Palencia. ¿Y por qué?. Cosidó es el principal dirigente del Centro de Estudios Estratégicos, el núcleo impenetrable de la Faes, directamente conectado a Washington. Esto es sólo una muestra de la batalla que se prepara en el PP, en el que el actual grupo dirigente que utiliza a Mariano Rajoy ha puesto toda la carne en el asador, con Esperanza Aguirre de punta de lanza. Como dicen en mi pueblo, para allá vamos. El día después empezarán las escaramuzas.