Apostasías

LEO que más de un centenar de leoneses han declarado su apostasía. Es decir, han comunicado su voluntad de no seguir figurando como católicos en registro alguno de la Iglesia. Se trata de un requisito formal, pero importante para el interesado, pues conlleva un posicionamiento crítico más allá del mero abandono de la práctica religiosa. Hay que respetarlo, pues nada malo hay en ello, incluso debe aceptarse que los apóstatas potenciales son quizá muchos más que esa cifra oficial. A nadie se le puede coger por las solapas y zarandearlo para que se sienta católico. Pero tampoco nadie puede asegurar que un adiós es para siempre; ni quien lo da, ni quien lo escucha. La vida es un puzzle que puede ser resuelto de infinitas maneras. No quiero decir con ello que todo valga; simplemente, que si miró en mí he de admitir tanto la existencia de evoluciones armoniosas como de algún brusco golpe de timón. A veces, das rodeos; a veces, te bastan dos zancadas para llegar, pero nadie podrá recorrer tu propio camino por ti. De todo aquello que un día creíste que formaría parte de tus convicciones para siempre ¿qué queda? Dos o tres verdades, tampoco necesitas muchas otras, pues son las que te sirven. En estos días, sentimos más intensamente la presencia del crucificado llevar por nosotros su pesada carga a lo largo del tiempo. Pedro le negó tres veces y sobre él fue edificada la Iglesia. ¿Quién puede afirmar que conoce todas las bifurcaciones del corazón del hombre, incluido el suyo? ¿Quién puede asegurar que un adiós es para siempre? Por tanto, respetemos esas apostasías, independientemente de que las lamentemos. Admitamos la coherencia de los demás. Porque, a unos y a otros, son nuestras propias contradicciones las que nos salvan cuando la oscuridad irrumpe.