Diario de León

Custodiar para anunciar la esperanza

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Cada día su afán José-Román Flecha Andrés

En la homilia de la misa con la que iniciaba su ministerio, el Papa Francisco nos ha invitado a «custodiar». Para ello recordó la exhortación «Custodio del Redentor» del papa Juan Pablo II.

San José ejerció una amorosa custodia sobre María y Jesús «con discreción, con humildad, en silencio, pero con una presencia constante y una fidelidad y total…con la atención constante a Dios, abierto a sus signos, disponible a su proyecto, y no tanto al propio».

El Papa nos presenta esas actitudes de san José como modelo de la custodia que se espera de todos nosotros: «Guardemos a Cristo en nuestra vida, para guardar a los demás, salvaguardar la creación».

Custodiar a Cristo significa aceptarlo como Maestro y Salvador, escuchar su doctrina y tratar de llevarla a la práctica diaria de nuestras vidas.

Custodiar a los demás, implica toda nuestra vida diaria y exige una sincera y afectuosa responsabilidad:

«Es preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón.

—Es preocuparse uno del otro en la familia: los cónyuges se guardan recíprocamente y luego, como padres, cuidan de los hijos, y con el tiempo, también los hijos se convertirán en cuidadores de sus padres.

—Es vivir con sinceridad las amistades, que son un recíproco protegerse en la confianza, en el respeto y en el bien».

Custodiar «toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra san Francisco de Asís es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos».

Todavía hay un aspecto que es como el nudo que mantiene unidos esos tres polos de nuestra responsabilidad. Según el Papa Francisco, para llevar a cabo esa triple custodia hemos de cuidar de nosotros mismos, abandonando el odio, la envidia y la soberbia, que ensucian la vida. «Custodiar quiere decir vigilar sobre nuestros sentimientos y nuestro corazón, porque ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen. No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura… El preocuparse, el custodiar, requiere bondad».

El Papa no trata de imponer a los demás algo que él no esté dispuesto a vivir. Así nos lo ha dicho el día en que iniciaba su ministerio: «Custodiar a Jesús con María, custodiar toda la creación, custodiar a todos, especialmente a los más pobres, custodiarnos a nosotros mismos; he aquí un servicio que el Obispo de Roma está llamado a desempeñar, pero al que todos estamos llamados. Para hacer brillar la estrella de la esperanza: protejamos con amor lo que Dios nos ha dado».

Agradecemos su mensaje. Pedimos a Dios que nos ayude a hacerlo realidad en nuestra vida. Y pedimos que el nuevo Papa nos ilumine en el camino con su palabra y con su ejemplo.

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