Diario de León
Publicado por
ROSA VILLACASTÍN
León

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Tres años después de su muerte las figuras más grandes del flamenco han rendido homenaje en Madrid a ese gran artista que fue, y sigue siendo en la memoria colectiva, Enrique Morente. Un tributo que aunque no ponga punto y final al dolor que embarga a su familia y amigos, sí supone un bálsamo para quienes admiraron a un hombre honrado, comprometido, artista entre los artistas.

Un género que persiste pese a las crisis y las modas, como bien quedó demostrado durante los conciertos con un lleno hasta la bandera, y un público entregado que supo valorar el arte de figuras como José Mercé, Pitingo, Carmen Linares, Farruquito, Juan Carmona Habichuela, Lolita, Antonio Orozco, Eva Yerbabuena, y Miguel Poveda. Amigo personal de Enrique Morente, el cantante catalán se emocionó al recordar algunos de los momentos que pasaron juntos en su Granada natal. Pero si emocionante fue escuchar a Miguel Poveda o a José Mercé, oír a guitarristas como Pepe el Habichuela, Josemi Carmona o Tomatito, mucho más fue ver sobre el escenario a la familia de Enrique: Estrella Morente, la hija del cantante, que junto a sus hermanos Solea, José Enrique y su madre Aurora Carbonell dieron una lección de admiración y respeto por la figura del padre y del marido.

Un hombre que murió relativamente joven, en unas circunstancias dramáticas, cuando se encontraba en el momento más brillante y prestigioso de su carrera. También de su vida personal, ya que pudo disfrutar del éxito de Estrella, y de los hijos de ésta, fruto de su relación con el malagueño Javier Conde. Un torero de fina estampa, que como el resto de su familia, le dio a saborear las mieles de su estabilidad familiar. Que durante los tres conciertos que ha durado este homenaje hayan acudido cinco mil personas, demuestra que el flamenco no sólo no está muerto, sino que cuando se ofrecen espectáculos con cantantes prestigiosos, la gente responde. Un dato que deberían tener en cuenta esos políticos de medio pelo que reniegan de las grandes figuras de nuestro cine, de nuestro teatro, o nuestra música.

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