Diario de León

La huella dactilar que sale de la garganta

La voz nos define. El volumen de la voz durante una charla en un bar está treinta decibelios por encima de lo que se considera saludable para la garganta. El 20% de las consultas al otorrino se deben a problemas de afonía. En el Día Mundial de la Voz los profesionales recomiendan veinte horas de silencio al día.

La profesora de canto Marta Arce, al piano, con Raquel Melero, en la clase del Conservatorio de León. FERNANDO OTERO PERANDONES

La profesora de canto Marta Arce, al piano, con Raquel Melero, en la clase del Conservatorio de León. FERNANDO OTERO PERANDONES

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carmen tapia | león

«El silencio es oro». Así lo constatan los especialistas de la voz. Otorrinolaringólogos, profesores de canto, cantantes y profesionales aseguran que en España cada vez se habla más alto. Casi a gritos. Treinta decibelios, como mínimo, por encima de las posibilidades físicas saludables para la garganta. Eso cuando estamos en bares y restaurantes. En la discoteca se grita por encima de los 100 decibelios, sesenta más de lo aconsejable. «La voz normal en una conversación está alrededor de los 40 decibelios. Ese es un volumen favorable para la comprensión del mensaje y además también para cuidar la salud vocal», asegura Javier Centeno, leonés, cantante y profesor de la Universidad de Burgos.

Un desgaste que provoca multitud de patologías que conducen directamente a las consultas hospitalarias. El 20% de las visitas al otorrino se deben a problemas de afonía, explica el jefe del servicio del Hospital de León, Ignacio Álvarez, «siempre que un problema en la voz dure más de dos semanas hay que consultar al especialista», aconseja Álvarez.

En el Día Mundial de la Voz, que se conmemora hoy, otro especialista, el jefe del servicio de Otorrinolaringología del hospital Ramón y Cajal de Madrid, Ignacio Cobeta, recomienda no hablar más de cuatro horas al día y guardar veinte horas de silencio. Cobeta es el artífice en España de las campañas de concienciación para cuidar la voz y un referente para todos los otorrinos y profesionales.

Pero la voz es más que un sonido. «Es un reflejo de la personalidad, transmite estados de ánimo y mucha información sobre la educación de esa persona», explica Cobeta.

Si el refrán defiende que los ojos son el espejo del alma, los expertos sostienen que la voz dice mucho más del ser humano. «Oyendo hablar a la gente podemos saber mucho sobre sus condiciones orgánicas y psicológicas», asegura Cobeta. «En la unidad de la voz del hospital Ramón y Cajal oímos a los pacientes antes de explorarlos clínicamente. En un 60% de los casos acertamos con su problema antes de estudiarlos».

La importancia de la voz la conocen ya las empresas. «Hay empresarios que han incorporado a sus equipos de selección de personal a personas expertas en voces para que identifiquen al candidato más idóneo para el puesto de trabajo que ofertan», asegura el leonés Javier Centeno.

Centeno realizó su tesis doctoral sobre los indicadores de la patología vocal en el profesorado. «La patología vocal está asociada fundamentalmente al profesorado de Educación Infantil, aunque también en Primaria y Secundaria, que tienen una extensa experiencia laboral, y en especialidades como Educación Física o Ciencias». Los que menos problemas tienen son los profesores universitarios, sobre todo de Letras, Música y Plástica.

Los profesionales del canto sostienen que «la voz es el sonido del alma». La profesora del Conservatorio de León, Marta Arce, se define como «una escultora de la voz». «Es como tallar, lo que hace un escultor, y descubrir el talento oculto». Un instrumento «fascinante, cada voz es única. Descubrir cómo surgen los armónicos es un milagro». Arce asegura que uno de los mayores problemas para comunicar bien es que muchas personas hablan entre dientes «Hay que articular a lo grande. Hay que hablar encima del paladar».

Consejos básicos que se especializan en sus clases, a las que asisten cada vez personas de más edad. «Odio el concepto de ‘educar la voz’. Cada sílaba tiene su posición y para tener buena voz hay que articular bien, hablar despacio, no fumar, dormir bien, hidratarse y humidificar el ambiente». Un cuidado sencillo que supone una inversión ante lo que llama «huella digital, que transmite emociones y nos dice mucho de la persona que tenemos al lado».

Intensidad, timbre, altura y duración del discurso dan forma a la carta de presentación de las personas. «La gente piensa que gritar tienen más valor, y nada más lejos de la realidad. La asignatura pendiente en la infancia es la educación vocal. Los padres se comunican con sus hijos gritando. Si hablamos alto mandamos mensaje como nerviosismo, agresividad, dominación, ansiedad, aunque en otros contextos puede significar alegría y vitalidad», asegura Javier Centeno. Lo mismo ocurre con la voz suave, «que expresa equilibrio, tranquilidad y seguridad, aunque en determinadas situaciones puede ser un síntoma de enfermedad y falta de vitalidad».

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